"Las zonas inundables tienen la manía de inundarse". Alfredo Barón habla sin rodeos porque lo conoce todo -o casi todo- del agua y de sus efectos devastadores cuando toma la forma de una riada como la que el pasado día 9 devastó los municipios de Sant Llorenç y devastó los municipios de Sant Llorenç Artà, un trágico episodio que se saldó con trece víctimas mortales.

Barón, exjefe del Servicio de Estudios y Planificación de la conselleria de Medio Ambiente, esboza algunas soluciones para evitar la pérdida de vidas humanas en una futura tormenta perfecta - "se repetirá porque son propias del otoño mediterráneo"- y carga contra "la irresponsabilidad de constructores, administraciones y también ciudadanos" por haber aprisionado muchas cuencas entre paredes de ladrillo. "La especulación ha podido más que el sentido común", añade.

El Govern identificó en 2010 diez Áreas con Riesgo Potencial Significativo de Inundación (ARPSI) que se reparten por Calvià, Campos, Manacor, Marratxí, Palma, Pollença, Sant Llorenç des Cardassar y CamposManacorMarratxíPalmaPollençaSant Llorenç des CardassarSóller. Son una decena de torrentes -incluido el de Ses Planes que causó estragos cuando se desbordó a su paso por Sant Llorenç, Son Carrió y S'Illot- con antecedentes por inundaciones. Y, pese a todo, envueltos por un enjambre de viviendas.

Las fotografías aéreas disponibles en el visor IDEIB del Govern son contundentes. Las más antiguas datan de 1956 y muestran los cauces rodeados de campos, huertos y viviendas pequeñas y dispersas cuando se adentran en un núcleo urbano. En las imágenes de 2015 se evidencia cómo la presión humana ha ahogado kilómetros de cuencas.

"Es un crimen", concluye Barón al referirse al torrente de Coanegra, que transcurre por Marratxí. Cientos de personas viven asomadas a un cauce que presenta un alto riesgo de inundación entre el Festival Park y el Pont d'Inca, donde confluye en el torrent Gros. "En algunos tramos no han respetado ni siquiera la zona de flujo preferente", lamenta este experimentado hidrogeólogo.

El torrente de Coanegra discurría en 1956 por campos que en 2015 se convirtieron en viviendas y naves industriales. Es, junto con los torrentes de Gros y Na Bárbara, en Palma, los que más presión humana y urbanística han sufrido estas últimas décadas, y por tanto son también los más peligrosos.

Esta zona, delimitada en las imágenes por una línea azul celeste, ha sufrido una inundación al menos una vez en los últimos cien años. "Pero es estadística. Eso significa que pueden inundarse cinco veces seguidas en poco tiempo y que después no vuelva a ocurrir en los siguientes quinientos años", ilustra Barón.

Siete mil mallorquines viven con un "alto" riesgo de sufrir inundaciones. Son residentes que conviven muy de cerca con alguno de los diez torrentes identificados como ARPSI. En total, el Govern calcula que 21.758 personas sufren un riesgo "medio" de verse expuestos a una inundación y otros 26.142 asumen un riesgo "bajo".

Sant Llorenç se ha expandido moderadamente desde 1956, pero se ha densificado de manera significativa. "Hace 60 años el torrente ya atravesaba parte del núcleo urbano. Pero lo que entonces eran pequeñas casas de aperos en medio de un huerto, con el tiempo se convirtieron en viviendas", valora el experto.

Tristemente célebre por la riada mortal que provocó al desbordarse a su paso por Sant Llorenç, Son Carrió y s'Illot, su cauce atraviesa una parte del casco urbano y decenas de viviendas se concentran dentro de su zona de flujo preferente. Alterar su curso no garantiza evitar una nueva tragedia.

Barón considera "una barbaridad" desviar el curso del cauce para evitar una nueva tragedia en este municipio. "El agua sabe cuál es su territorio y periódicamente saca su título de propiedad para volver a adueñarse de él", apunta, al tiempo que reclama "gestionar las cuencas en su conjunto, desde la cabecera hasta el lugar en el que desagua".

Propone sistemas de "autoprotección" en las viviendas que ya se levantan en zonas de alto riesgo como compuertas deslizantes en las puertas de entrada, además de contratar seguros que cubran hipotéticos daños.

En los cascos urbanos la solución para evitar nuevos desastres sería aplicar alguna medida del catálogo de sistemas urbanos de drenaje sostenible: cunetas verdes en sustitución de las habituales de hormigón para que el suelo filtrara el sobrante de agua; pavimentos permeables o pozos de infiltración.

Palma sería el municipio más afectado en caso de que se desbordaran los torrentes de Na Bàrbara y el Gros. Antes de desembocar en la Bahía discurren por barrios muy poblados y dos polígonos: Son Castelló y Son Rossinyol.

El torrente y su zona de flujo preferente afecta a miles de residentes y trabajadores, sa Indioteria, el polígono de Son Castelló o Nou Llevant, donde el curso del cauce se modificó durante las obras del barrio. La zona entre Na Bàrbara y Gros, donde se extiende Es Rafal, forma una enorme área de riesgo de inundación.

La zona crítica está situada entre las dos cuencas, donde se extiende el populoso barrio del Rafal y que en caso de inundaciones recibiría caudal de ambos torrentes. "A partir de 1986 se obligó a informar a la administración hidráulica de nuevas construcciones cerca de los torrentes. La realidad es que eso nunca se ha hecho con regularidad y ha habido mucha flexibilidad", lamenta Barón.

También Calvià cuenta con dos torrentes conflictivos: Peguera y, sobre todo, Santa Ponça. "Es un caso de libro; algún día pasará algo", apunta el hidrogeólogo. La zona inundable de la cuenca abarca decenas de viviendas y edificios poco antes de que el cauce desemboque en el mar, por lo que una riada tendría consecuencias devastadoras.

"Un ejemplo de libro; algún día pasará algo". El torrente de Santa Ponça, una cuenca de alto riesgo de inundación, ha sido testigo privilegiado de los excesos urbanísticos que ha sufrido el litoral mallorquín al calor del 'boom' turístico. Decenas de edificios se levantan negligentemente en su zona inundable.

Tienen menos que temer en Pollença pese a que su torrente, desbordado como consecuencia de las tormentas del jueves, también es ARPSI; el núcleo urbano está en alto y el cauce roza unas pocas viviendas.