Antònia Ramis, coordinadora del Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Crisis de las Illes Balears (GIPEC-IB) y vocal de esta especialidad en el Colegio de Psicólogos (COPIB), ha actuado en la zona cero durante las primeras veinticuatro horas y ayer retornó a Sant Llorenç para continuar apoyando a las víctimas.
P ¿Cómo se ha actuado con las personas de Sant Llorenç que únicamente han sufrido daños materiales?
R Con ellos no hemos actuado nosotros, que estamos centrados en la atención a familiares de víctimas mortales o de desaparecidos. Pero a los que han sufrido daños se les ha intentado cubrir lo que son sus primeras necesidades, sus necesidades más básicas como pueden ser un lugar para dormir mientras se localiza a sus allegados, si los tienen, ropa, comida...
P ¿Cuál es su primera intervención con los familiares de víctimas o desaparecidos?
R Lo primero que hacemos es atender su desesperación en esos primeros momentos y aclarar la información confusa y lenta que llega sobre los desaparecidos para no crear alarmismos. Todos ellos están siendo asistidos en el Espai na Camel·la de Manacor.
P ¿Cómo son esos primeros momentos?
R Muy duros. Las víctimas experimentan un fuerte sentimiento de impotencia y desesperación, de frustración. Y en el caso de los que están esperando noticias de un familiar desaparecido, de gran angustia.
P ¿Qué hacen con una familia en la que uno de sus integrantes desaparecido finalmente aparece muerto?
R Cada miembro de la familia actúa de una manera diferente. Unos con entereza, otros con negación del hecho y con incredulidad.
P ¿Y cómo les intentan consolar?
R Les intentamos hacer comprender que esas reacciones son normales porque el mecanismo psíquico es muy inteligente y que esa reacción que han tenido tiene su sentido, su por qué.
P ¿Y cuál es?
R Que se trata del camino que deben transitar para afrontar la dura realidad que aparece inmediatamente después del shock inicial. Algunas de las personas que hemos atendido nos dicen “es que no puedo ni llorar”, y les aclaramos que esa actitud es un mecanismo de protección emocional que nos permite resistir el shock.
P Cada caso será un mundo pero, ¿cuánto se tarda de media en asumir la tragedia que te ha caído encima?
R En tres o cuatro días, cuando la reacción inicial se desvanece, nos empezamos a dar cuenta de la realidad de nuestra pérdida.
P Y luego, ¿qué pasa?
R Comienza el camino del duelo. Hay familiares que pueden haber contemplado imágenes impactantes de la tragedia que quedan en su memoria. Y es normal que tengan pesadillas y flash-back, imágenes intrusivas en su día a día. Es un duelo que poco a poco va desapareciendo, aunque inicialmente parece imposible que lo haga.
P ¿Cómo es ese duelo?
R Muy personal, muy íntimo. Aunque en ocasiones como ésta es un duelo social, un duelo que será compartido por muchas familias de Sant Llorenç.
P ¿A cuántas personas han atendido en esta crisis?
R A unas 10 ó 12 familias, algunas de ellas con muchas personas.
P ¿Qué momento es más duro?
R Cuando se tiene que comunicar una noticia triste porque no hay palabras mágicas que quiten el dolor, un dolor que además tiene que manifestarse. No les puedes decir que no pasa nada porque, ¡Claro que pasa!
P ¿Qué apoyo les ofrecen en esos momentos?
R Un apoyo incondicional, sin juzgar nada y permitiéndoles expresar sus sentimientos de indignación y rabia para darles salida.
P ¿Cuáles han sido los principales motivos de indignación de los afectados?
R De rabia por la forma de actuar de los servicios de emergencia. Una rabia que es natural, que expresa la impotencia por no haber podido evitar lo que finalmente ha ocurrido. Una rabia irracional.
P ¿Han actuado con la familia que ha perdido a la madre y con un hijo aún desaparecido?
R Sí, en la que también pudo haber un rescate. Les hemos dado todo nuestro cariño deseando que puedan reemprender la recuperación de su familia.
