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Análisis

Para más de 60 personas ya es tarde

Los accidentes de tráfico son la principal causa de muerte de jóvenes en el mundo desarrollado. Este año han fallecido en Balears más de sesenta personas por esta causa, y en toda España serán más de mil. Y una de las principales causas de estos siniestros es el exceso de velocidad. Así que pocas bromas.

A veces no somos plenamente conscientes del peligro que supone incumplir las normas de tráfico y tratamos con frivolidad infracciones como el exceso de velocidad. Recientemente un joven fue detectado cuando circulaba a 216 kilómetros por hora en la carretera de Sóller y el conductor se permitía el lujo de alardear de ello en las redes sociales. Y había quien le reía la gracia.

Esta es una de las cosas que urge cambiar. Circular a una velocidad excesiva no es divertido, ni valiente, ni molón. Es una temeridad en la que te pones en peligro a ti mismo, a quienes te acompañan en el coche y a todos aquellos que se crucen contigo. Una actitud estúpida que debería llevar aparejada una repulsa social equivalente.

Pero mientras no llegue este cambio de conciencia social, habrá que confiar en las sanciones. El figura de la carretera de Sóller fue condenado a una multa de 720 euros y la retirada del carné de conducir durante ocho meses. Muy leve me parece para el riesgo que provocó, pero ojalá que le haga recapacitar y que no vuelva a poner en riesgo su vida y la de los demás.

Nada que decir pues contra los radares de tráfico. Se trata de un instrumento válido para tratar de controlar la bestia que algunos llevan dentro, esa necesidad de correr más, con un total desprecio hacia quienes tienen la desgracia de coincidir con él. Educación, controles y sanciones. No hay otra fórmula para tratar de acabar con la sangría en las carreteras. Aunque para más de sesenta personas en Balears ya es tarde.

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