Los médicos especialistas y las enfermeras especializadas en el trato de los pacientes trasplantados reclaman una unidad de trasplantes para estos enfermos como la que existía en Son Dureta y de la que el modernísimo Son Espases adolece.

Así, esos pacientes, que tras la intervención pasan las primeras horas en la sala de reanimación o en la UCI, suelen ser hospitalizados después en una planta de 37 camas en la que comparten espacio durante cuatro o cinco días con enfermos de cinco especialdades médicas diferentes.

Y no hay que olvidar que se trata de pacientes inmunodeprimidos vulnerables a infecciones y otras complicaciones.

"Antes de entrar a sus habitaciones nos tenemos que cambiar de ropa, ponernos una mascarilla y lavarnos las manos como medidas preventivas", explica Vanessa Rus, enfermera especializada en el seguimiento de los pacientes trasplantados. "Pero tenemos que hacerlo en medio del pasillo, frente a otra habitación en la que puede haber otro paciente con alguna enfermedad infecciosa", deplora.

Su compañera Maria Antònia Bauzà, supervisora del área de diálisis del hospital, reclama que, como en el viejo Son Dureta, el centro de la carretera de Valldemossa debería contar al menos con dos habitaciones aisladas con capacidad para cuatro pacientes.

"Con un acristalamiento que nos permitiera observarlos y tenerlos monitorizados en todo momento y que contara con un zona de acceso con lavamanos que garantice una asepsia total", reclama esta profesional que recalca que no se debería exponer a complicaciones a pacientes que llevan años esperando un órgano.