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Opinión

Maniobras políticas en Cabrera

Cabrera fue durante mucho tiempo escenario de maniobras militares. Como consecuencia de ello se transformó también en archipiélago de batallas de la lucha ecologista. Se ha dicho siempre que el acotamiento militar de tan privilegiado lugar le blindó frente a la balearización feroz. Al final, con notables esfuerzos y sacrificios, venció la consolidación de un parque nacional marítimo terrestre, que es paraíso vegetal, animal y, en su conjunto, bien y patrimonio público.

Pero nunca hay victoria completa. Las sargantanes y los peces de Cabrera ya no recuerdan el eco de los cañonazos, pero no han logrado sacudirse las maniobras políticas. Son las miserias de la condición humana cuando se desprende del raciocinio, le puede más la visceralidad y queda por debajo de los seres vivientes inferiores que debe proteger.

Casi todo estaba a punto para ampliar hasta 80.000 hectáreas marítimas las 9.000 actuales del parqueampliar hasta 80.000 hectáreas marítimas las 9.000 actuales del parque. Se hablaba de consenso a falta solo de la supervisión del Patronato, el Consell de Govern y el Consejo de Ministros. Pero surge un sospechoso parón que coincide con una visita de los senadores Ramis y Soler a la ministra de Medio Ambiente y el rechazo del Congreso a las posibles prospecciones petrolíferas en el Mediterráneo. Biel Company también sigue pregonando su permanente contacto con la ministra García Tejerina.

No descarten la posibilidad de que la ampliación del parque de Cabrera sea un obstáculo para las petroleras ni de que el PP tenga mayor interés en amoldarlo como enclave casi particular. Tengan sin embargo ya por seguro que el Pacte ve desbaratada una de sus grandes iniciativas, lo cual le impedirá contrarrestar los palos que recibe desde el ecologismo por su gestión en infraestructuras y despliegue turístico.

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