No es cierto que el nacionalismo se cure viajando. La prueba empírica e incontestable de ello es la nueva consellera de Cultura del Govern, Fanny Tur, catalanista convencida y plusmarquista de desplazamientos por vía aérea. Como directora adjunta del Institut Ramon Llull (2009-2011) desplegó una actividad viajera al lado de la cual palidecería la del propio Juan Pablo II: trece aviones en una sola semana llegó a tomar para propagar la lengua de Marià Villangómez por todo el globo terráqueo. Ya su primer viaje constituyó una nada desdeñable proeza, pues se despertó en Formentera y antes de finalizar el día se acostaba en Nueva York tras haber realizado todas las escalas necesarias. Semejante acumulación de jet lag no causó merma alguna en sus ideales independentistas.

Nacida en Sant Miquel de Balansat en 1961, no fue, sin embargo, una ondeante senyera cuatribarrada lo primero que vio al nacer, sino el tricornio y el uniforme de su padre, guardia civil de una Eivissa profunda y preturística, incondicionalmente entregada al cacique local. Un brillante futuro como militante de derechas aguardaba a Fanny Tur. Pero algo salió mal: empezó a leer. A los 12 años sufrió la regañina de una tía suya por devorar 'Romeo y Julieta': "¿Cómo es posible que tu madre te deje leer este tipo de cosas?", le soltó, convencida de que debía tratarse de un texto procaz.

Tras licenciarse en Filosofía y Letras por la Universidad de Córdoba en 1985, accedió por oposición a la plaza de archivera del Ayuntamiento de Eivissa, donde encontró literalmente por los suelos los documentos del siglo XIII con las crónicas antiguas de la isla. Puso a salvo de una desaparición segura cientos de documentos de gran importancia histórica y creó el embrión de un archivo profesional y organizado.

Detenida por una pintada

En aquellos años y durante los veinte siguientes, el gran debate social en la isla era de índole más ecologista que nacionalista, por lo que dedicó gran parte de su juventud a una activa militancia en el Grup d'Estudis de la Naturalesa (GEN), sección ibicenca del GOB, que combinó con la pertenencia al más sosegado Institut d'Estudis Eivissencs y a otras entidades relacionadas con la lengua y la cultura popular. A finales de los 90, junto a otros ecologistas del GEN, tuvo que pasar unas horas en el cuartelillo de la Guardia Civil de Sant Josep por realizar una enorme pintada con el lema 'Demolició' en una obra ilegal de ses Salines. Como buena hija del cuerpo, fue su padre quien medió para que la chica saliera a tiempo de ir a comer a casa ese domingo.

Fanny Tur era ya entonces una de esas caras inevitables en cualquier movilización, acto de protesta o promoción cultural que hubiera en la isla. Fue por ello que cuando la entonces independiente Pilar Costa ganó las elecciones al Consell de Eivissa en 1999 se llevó a Tur como consellera de Cultura, también como independiente. Se formó así lo que el PP bautizó como 'el gobierno de las histéricas', integrado por Costa, Tur y la diputada socialista en el Congreso Sofía Hernanz. De su paso por el Consell queda sobre todo (aparte de sus antológicas refriegas dialécticas con el conseller del PP Joan Marí Tur) la creación de una amplia red de bibliotecas rurales, la aprobación de un buen número de Bienes de Interés Cultural (BIC) y la protección del humedal periurbano de ses Feixes, si bien los tribunales se la tumbaron por una deficiente tramitación administrativa. «Pero lo cierto es que hoy siguen protegidas», recuerda ahora Fanny Tur con orgullo.

No todos guardan de ella una imagen simpática. Unos empresarios turísticos que se reunieron con ella para exponerle las bondades de un determinado proyecto salían malhumorados a la salida: "La consellera no ha parado de levantarse de la mesa, de coger el teléfono, de consultar expedientes, de hablar con su secretaria... En realidad, no nos ha escuchado más de un minuto seguido". Algo de hiperactividad hay en esta ubicua e incansable mujer, madre de dos hijos, que gusta de hacer al mismo tiempo cinco o seis cosas, no siempre con garantías de éxito.

En marzo de 2000 sufrió uno de sus peores batacazos personales. Cuando todas las encuestas la daban como segura ganadora del escaño al Senado en las elecciones de ese año, el candidato del PP (Enrique Fajarnés) le sacó casi 10 puntos de ventaja.

Al perder la izquierda las elecciones locales en 2003, Tur dejó la política activa (nunca ha militado en ninguna formación, pese a su proximidad a Més y ERC), pero reforzó su papel de activista cultural con actos a diestro y siniestro. En un curioso (pero no inusual) maridaje católico-nacionalista, Fanny Tur es creyente declarada, comulga habitualmente en misa y se casó por la Iglesia, como mandan los cánones... del otro bando.

Autopistas de Eivissa

De vuelta a la trinchera con motivo de la construcción de las autovías de Eivissa, se implicó a fondo con las familias afectadas por esta controvertida obra y no dudó en plantarse frente a las excavadoras, lo que le proporcionó nuevas medallas en su palmarés de activista: dos arrestos policiales sucesivos, nada menos (una aspiración de todo ecologista que se precie de serlo). Aún hoy sigue rememorando con orgullo y precisa descripción de detalles los minutos que pasó en el despacho (ni siquiera llegó a ser trasladada al calabozo) del cuartel de la Guardia Civil de Can Sifre los días 13 de marzo y 20 de junio de 2006.

Del archivo al Govern

Ya acostumbrado a las andanzas de su mujer, el marido de Fanny Tur, cuando fue a recogerla en su automóvil porque ella carece de carné de conducir, preguntó, resignado: "¿No podrían detenerte un día que no juegue el Barça?". Ser esposa de un culé es la máxima relación que tiene con el deporte la nueva consellera de Deportes.

Desde entonces, Fanny Tur lleva asistiendo como espectadora a la vida política insular, entregada a su trabajo en el Arxiu Històric de Eivissa. Su nombramiento en el cargo se ha producido al mismo ritmo que transcurre su vida: anteayer por la mañana se levantó para ir a trabajar al Arxiu y por la noche se acostó siendo consellera de Cultura del Govern balear, lo cual no deja de ser también un viaje hacia lo desconocido.