La hipertrofia de son Sant Joan arranca de un malentendido. La esotérica Aena no necesita un aeropuerto más grande, necesita una isla más grande. Si la consigue, y nada parece ajeno a su poder, enlatará a 34 millones de pasajeros en los aviones correspondientes.
Se observará que el planteamiento se ajusta en exclusiva a las necesidades de Aena. Mallorca ha pasado de vivir del turismo a vivir para el turismo, y los indígenas no merecen consideración alguna en la reconversión de su isla en un chiringuito playero, donde el Gobierno recauda sin reinvertir.
La idea de una región insular sin peso alguno en la gestión aérea suprime el concepto de autonomía. En la aerópolis o ciudad pegada a un aeropuerto que es Mallorca entera, el Govern asegura que el freno a la saturación no debe acometerse en el destino hotelero, sino en el origen de Son Sant Joan. El ejecutivo regional se queja a continuación de su falta de competencias. Ya sabemos para qué sirve Aena, ¿para qué sirve el Govern?