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La fiesta en paz

La peor plaga que azota Mallorca

Mallorca debe salvar a sus árboles de la ´xylella´.

La peor noticia de la semana no ocurre ante la mirada impasible de las cariátides ni en los despachos del Parlament. Ni siquiera bajo el artesonado o en la capilla del Consolat de la Mar. La mayor desgracia fue anunciada el martes en las páginas de Diario de Mallorca: “Bruselas obligará a arrancar miles de árboles en Mallorca por la plaga detectada”. La susodicha plaga se llama xylella fastidiosa y es, sobre todo, tremendamente fastidiosa.

La isla puede soportar una epidemia que empiece con X mayúscula de Xelo Huertas. Pero no sobreviviría a una con x minúscula de xylella. De hecho nos importa un rábano que la señora Huertas continúe siendo la presidenta del Parlament en alianza con el PP. Incluso nos deja indiferentes si quien la reemplaza es Aitor Morras, Balti Picornell o Marta Maicas.

Mallorca superará la estulticia de la política y sus políticos y no quedará traumatizada por la desaparición de Xelo Huertas del primer plano de la actualidad. Desgraciadamente, nada garantiza que su sucesor o sucesora vaya a mejorar lo presente. De hecho, entre los antecedentes encontramos otro nombre de mujer, Maria Antònia, y no invita al optimismo.

Los isleños podemos alegrarnos por la presencia de Francina Armengol en el Consolat de la Mar o desear que llegue ya Biel Company para sustituirla (otro problema sería que la alternativa fuera José Ramón Bauzá, el señor que iba a marcharse a su farmacia cuando dejase la presidencia del Govern y que acabó engrosando la plaga del político profesional). Sin embargo, la tala de nuestro patrimonio vegetal es una pérdida irreparable. Al contrario de lo que venimos haciendo desde 1999 con nuestros presidents, no podemos sustituir cada cuatro años el manto vegetal que cubre Mallorca.

El Govern informó el 19 de enero a los payeses de que había detectado cuatro positivos de xylella. El viernes 20, el Gobierno central aprobó un decreto con restricciones a la exportación de plantas de las islas en el que constataban once casos. El lunes 23, Agricultura ya reconocía 92. Si estuviéramos hablando de árboles aislados, tendría que haberse ordenado la tala de casi 2,9 millones de metros cuadrados de superficie. Cortar y eliminar es la medida profiláctica a la que se aferra la Unión Europea. Además, hay que inspeccionar los vegetales en un diámetro de diez kilómetros en busca de más ejemplares afectados.

Ya han caído dos mil árboles en cumplimiento de las estrictas medidas de la UE. Nadie puede asegurar que las hachas dejarán de silbar al cortar el aire ni que las motosierras callarán en un futuro próximo. La misma conselleria de Agricultura, que minimizó la magnitud del problema, ahora pretende que no se genere alarmismo.

Desconocemos cómo será el apocalipsis, pero en la peor de las hipótesis, en la aplicación estricta de los protocolos de la UE, podría ser muy parecido a la tala masiva de árboles en Mallorca.

‘El secreto de mi jardín’ es un librito escrito por el periodista Fermín Goñi, en parte fábula y en parte tratado para el cuidado de las plantas. Toda la historia se construye sobre el testimonio de un nogal que relata las plagas, las siembras y las muertes de los árboles del jardín de un cirujano. En la página 60 el nogal describe los distintos tipos de jardinero que ha conocido a lo largo de su existencia: “En esta profesión hay mucho listo, alguna gente de orden que actúa con mesura y demasiados imprudentes que, a su vez, son ignorantes; lo que produce la más temible de las combinaciones. Estos últimos son los peores porque su labia incontenida puede llevar al desastre en cualquier momento”.

En la historia de la xylella fastidiosa, la Unión Europea, con sus medidas drásticas, se asemeja mucho al jardinero letal para la flora, en nuestro caso la de Balears. Habrá que implorar a nuestros árboles más sabios y antiguos, al olivo de Cort, al pino de sa Pedrissa de Deià, a la encina Dels Set Cimals de Escorca y hasta al ficus de la Misericòrdia para que iluminen a nuestros políticos y eviten la masacre arbórea dictada por los burócratas de Bruselas.

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