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Boulevard

Bauzá ofreció a Jaime Martínez un contrato de vicepresidente

El compromiso por escrito que el expresident del Govern le proponía a su conseller, a cambio de incorporarse a su candidatura, incluía una secretaría de Estado en cuanto Bauzá llegara a ministro

La coqueta embajada de Escarrer en La Habana. La sede de Meliá, socio hotelero de la Cuba castrista, está situada en el lujoso Barrio Miramar, nada que ver con la dilapidada capital cubana. Ahí están la Quinta Avenida, la embajada rusa y otras legaciones diplomáticas.

Los días de fiesta nacen muertos, vamos a agitar esta mañana inmóvil. En el PP de Herr Kommandant Bauzá también había clases. A diferencia de la soprano Marga Prohens, de la no menos estridente Núria Riera o del insustituible Forest Gump, consellers como Sandra Fernández, Jaime Martínez o Marí Bosó lograron mantener unos átomos de cordura en aquel navío a la deriva.

Martínez está imputado en el escándalo del hotel Rocamar, que tanto dinero público reportó a la familia de su jefe de Inspección en Turismo. A su salida del cargo, el conseller se proclamó líder del sector españolista del PP, que se distingue del sector regionalista de Biel Trumpany en las banderas que lucen como pegatina las excavadoras que ambos emplean como armas de destrucción masiva de Mallorca.

El arquitecto Martínez no se sumó a las disparatadas campañas de censura mediática diseñadas por los genios que hundieron a Bauzá en el Consolat. Cuando el senador por el PP y por Podemos fracasó de nuevo en sus intentos sucesivos por ser ministro, secretario de Estado de turismo y delegado del Gobierno de Rajoy en Balears, se le ocurrió optar de nuevo a la presidencia del Govern.

Bauzá convocó a un boquiabierto Martínez para informarle de sus planes de reintegrar a Mallorca en España, y para reclamarle el liderazgo del PP ultramontano. Esta cita anda sobradamente difundida, pero conviene desvelar los mecanismos desplegados por el senador para conquistar el apoyo de su antiguo conseller. Consciente de que su credibilidad al repartir cargos está por los suelos, según puede atestiguar Jaume Font, el expresident decidió documentar su propuesta por escrito.

Bauzá ofreció a Martínez un contrato de vicepresidente en el futuro Govern del PP, que por supuesto debía rendirse al regreso del farmacéutico. Debe ser una de las primeras veces en que un acuerdo político se sustancia de esta guisa, el exconseller podría haber exigido un notario para reclamar después ante los tribunales. Por si la primera vicepresidencia de un ejecutivo adjudicada tres años antes de las elecciones no fuera suficiente, el senador subió la apuesta de su contratación laboral a largo plazo.

Bauzá explicó a su antiguo conseller que después de la segunda presidencia del Govern llegaría la recompensa inevitable de una cartera ministerial. También aquí recibiría Martínez su cuota de poder. El senador le garantizaba, otra vez mediante contrato escrito, que el futuro ministro Bauzá le nombraría secretario de Estado. En efecto, nunca dejará de sorprendernos. La insistencia negociadora se prolongó hasta las cinco de la madrugada.

El objetivo inmediato era que Martínez se sumara a la rueda de prensa que Bauzá se vio obligado a protagonizar a la sombra de la Catedral, porque su partido le vedó el acceso a la sede del PP. La seducción contractual del arquitecto alternó el palo y la zanahoria. El asesor político que el senador se ha traído de Madrid conminaba al arquitecto mallorquín a aceptar, porque tenía que dar gracias de que Bauzá reclamara su concurso, tratándose de un imputado. Dios los cría.

Martínez, con el pesado fardo de un historial progresista a sus espaldas, no accedió a firmar los requiebros delirantes de su antiguo jefe. En cuanto a la conexión con el grupo de Company, el exconseller renunciará a un cargo mientras siga imputado. Si limpia su historial, la opción con más predicamento lo sitúa en una lista única. Bauzá se quedará aislado ante un espejo que ya solo refleja su pasado.

En el famoso vídeo en que Fidel Castro se abraza a Sant Francesc d'Antich como si supiera quién es, ha pasado desapercibido el reconocimiento sincero del dictador cubano hacia Gabriel Cánaves, evidentemente mallorquín y virrey de los Gabriel Escarrer en Cuba. La fraternidad se refleja en la coqueta embajada de Meliá en La Habana, que hoy nos ilustra. Los socios hoteleros del castrismo al cincuenta por cien están acomodados en el lujoso Barrio Miramar, nada que ver con la dilapidada capital cubana. Una placa en la puerta recoge el logotipo de la marca turística, que ocupa el entorno de la pretenciosa Quinta Avenida, en las inmediaciones de la embajada rusa y otras legaciones diplomáticas. Escarrer no es un país dentro de otro país, solo es un imperio.

Necesito un restaurante con estrella Michelin para celebrar el fin de año, igual que todos mis lectores. Imaginen mi sorpresa, al contemplar cómo aclamados templos culinarios de la envergadura de Zaranda, Es Racó des Teix o Es Fum han cerrado sus puertas por vacaciones. Le comento este déficit gastronómico a Ella, que se ha quedado hasta Navidad. Le planteo asimismo mi última tribulación existencial:

-Hay días en que me gustaría ser un poco más feminista.

-Les sucede a muchos hombres. Si queréis ser feministas, lo tenéis muy sencillo, coged una escoba.

A menudo me pregunto si soy el único interlocutor de la Asociación de Guardias Civiles no Asociados, un colectivo tan próximo espiritualmente a la Asociación de Enemigos de los Amigos de la Ópera, de la que soy miembro fundador. En cualquier caso, me transmiten una cadena de mudanzas domiciliarias en la cúpula de la Benemérita que por fuerza ha de desembocar en un vodevil.

Fernando Gómez-Reino, nadador olímpico en Montreal'76 con la mallorquina Antonia Real y un clásico del deporte mallorquín desde el Club Natación Palma, ha puesto su corazón en las excelentes manos del equipo quirúrgico que el doctor Oriol Bonnín montó en Son Espases.

Reflexión dominical eurócrata: "Los pisaverdes de Bruselas se expresan como si ellos pudieran acabar con Europa".

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