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Golpe de mano contra Soler

20 años de la llegada de Matas

Golpe de mano contra Soler

El próximo día 14 se cumplen dos décadas de la llegada al poder de Balears de Jaume Matas, todo ello tras protagonizar una auténtica insurrección para derrocar a un president de su propio partido.

La situación política en nuestra comunidad autónoma podría haber sido muy diferente de lo que es en la actualidad si ahora hace 10 años no se hubiera provocado un auténtica insurrección que hizo temblar todos los cimientos de las principales instituciones isleñas. El próximo jueves día 14 de junio se cumplen dos décadas de la subida a la presidencia del Govern de Jaume Matas, tras haber asestado un golpe de mano sin precedentes en la política española y haber forzado la marcha de Cristòfol Soler del Consolat de Mar. Veinte años después de aquel señalado día para Matas, el expresident y exministro ha tenido que pagar casi un millón de euros para cumplir con sus responsabilidades ante la Justicia en el caso Nóos, además de tener pendiente otra larga lista de imputaciones por corrupción.

El efímero president del Govern había substituido 10 meses antes a un Gabriel Cañellas salpicado por el caso Túnel de Sóller y obligado por José María Aznar a dejar la presidencia. El propio Cañellas fue el estratega que diseñó el acoso y derribo de Soler y el brazo ejecutor fue el ambicioso Jaume Matas, al prestarse a ser el relevo y la única alternativa que tenía el PP para asumir la presidencia. Todo ello después de que Joan Huguet, entonces presidente del Parlament y del partido, no se prestara al golpe de mano contra Soler. De esta forma, Jaume Matas, el expresident y exministro imputado en numerosos casos de corrupción, ascendió a la primera línea de la política.

Dos décadas después de aquellos convulsos días de junio de 1996, todos los consultados coinciden en señalar que nuestro comunidad autónoma podría haber llegado a ser muy diferente de lo que es ahora. Soler quería impulsar políticas en favor del catalán, la reordenación turística y un nuevo modelo urbanístico. Más de un callo a los grandes poderes económicos pretendía pisar y había que impedirlo.

No obstante, el detonante de toda la crisis fue la revolución interna que intentó Soler mediante la remodelación del Govern. Todo se inició a mediados del mes de mayo. En el seno del PP de Balears habían empezado a aflorar veladas críticas a las políticas de Soler. Las crónicas periodísticas hablaban de una revolución en el Govern. Se organiza una cena en Can Tàpara entre Cañellas, Soler y Huguet. En este encuentro, que duró casi siete horas, el expresident le exige al entonces inquilino del Consolat que no se atreva a quitar del Govern a sus hombres de confianza: José Antonio Berastain, conseller de Función Pública; Jaume Matas, conseller de Hacienda, y Joan Flaquer, titular de Turismo. Soler se comprometió con Cañellas a comunicarle los cambios del Govern, pero no tomó ningún compromiso con la continuidad en el Govern de sus pupilos. El distanciamiento ya era evidente entre el expresident y su sucesor.

Desencadenan las hostilidades

El 27 de mayo se desencadena la gran batalla. Era lunes y Soler había conseguido matener en secreto su revolución en el Govern con una notable pérdida de poder de los dos sectores con más peso en el PP, cañellistas y los que lideraba el expresident del Consell Joan Verger. Quitaba al protegido de Cañellas en Turismo, Joan Flaquer, para colocar a una Inma Martínez con escaso recorrido en el partido. A Jaume Matas lo relegaba de la potente Hacienda y lo mandaba a Agricultura, Comercio e Industria y a Berastain lo relegaba a una disminuida conselleria de Trabajo.Cristòfol Soler hacía meses que barruntaba hacer un govern con sus hombres de confianza y ello empezó a crear las desconfianzas en el seno del partido. Se apunta que el propio José María Aznar recomendó a Soler que hiciera su gobierno. El entonces president había realizado un acercamiento con los vergeristas y el domingo por la noche, la víspera del anuncio del nuevo Ejecutivo, convocó a Matas en el bar Mercantil de Inca. Soler sabía que la única alternativa que tenían sus enemigos internos para sustituirle era Matas y quería saber cuál era su postura. Allí, el que iba a ser conseller de Agricultura, pese a ser relegado, juró lealtad eterna a Soler. Al día siguiente, aquella promesa quedó en agua de borrajas y Matas fue el verdugo utilizado por Cañellas y compañía para ejecutar a Soler.

Las acusaciones contra Soler

Los diseñadores del golpe de mano tenían la obligación de aportar argumentos sólidos para derrocar al president del Govern. "La puesta en marcha de políticas contrarias al partido" fue la excusa general que se dio. Detrás fluía su apuesta firme por el catalán con el decreto de mínimos. No obstante, fuentes consultadas que vivieron en vivo y en directo la operación, apuntan a otros factores de más calado económico.

Soler había anunciado una importante reforma turística, lo que seguramente no gustó al sector. También pensaba en unas Directrices de Ordenación del territorio (DOT) que ya hablaban del desarrollo sostenible. Además, el hecho de quitar a Flaquer de Turismo dejaba a los poderes económicos y, especialmente a Cañellas, sin su hombre de confianza en la conselleria que dirigía la principal fuente de ingresos de la comunidad. Además, Cañellas, había reabierto su despacho de abogado y entre sus clientes se encontraban los principales potentados de Mallorca. Le interesaba tener línea directa en Turismo con Flaquer.

El mismo lunes que Soler había publicado en el BOIB a los nuevos consellers sin consultar a las fuerzas vivas del partido, se forzó una votación del grupo parlamentario del PP, dirigido en todo momento por Cañellas y Matas. En esta reunión el propio Cañellas actuó de fiscal acusador contra Soler y Bartomeu Reus, de abogado defensor. De los 31 diputados populares, Soler solo consigue el apoyo de tres, entre ellos el de Joan Huguet, ya que así lo manifestó públicamente en la reunión. Se había consumado el golpe de mano y esa mima mañana Cristòfol Soler presentaba la dimisión como president del Govern. A la salida de la reunión, que acabó con la carrera de president de Soler, Cañellas soltó una de sus famosas frases: "Me basta mirarles a los ojos para que sepan lo que quiero". Naturalmente se refería a los dóciles diputados del PP que acataron sin rechistar su orden del alzamiento contra el president del Govern elegido por el Parlament.

Para conseguir convencer a todos los diputados hacía días que se estaban celebrando reuniones de conspiración para derrocar al president del Govern. En el ayuntamiento de Palma, comandada por el entonces alcalde Joan Fageda y siguiendo las directrices de Cañellas, se daban instrucciones a un grupo de diputados sobre el plan a seguir. El despacho del expresident de sa Nostra, Joan Forcades, fue la sede para convencer al resto de diputados de que era el momento de acabar con Soler.

Mientras se procedía a aleccionar a los diputados para que acatasen el plan de Cañellas, se consiguió el único fleco que faltaba para que la conspiración fuera un éxito. Era imprescindible sumar al golpe al sector vergerista. Para ello se realizó un pacto entre los cañellistas donde Verger entraría en el Govern con una cartera potente y, además, pasaría a ser presidente del partido.

El mismo día de la dimisión de Soler, Jaume Matas, en nombre de los cañellistas, y Joan Verger convocaron una rueda de prensa para anunciar el pacto. No trascendió quien sería el nuevo president del Govern. Solo lo sabían Cañellas, Verger y Matas.

Un día antes, se había producido una tensa comida en el restaurante Pirineu de Palma, comandada por Cañellas. En ella se reúne a todos los pesos pesados del partido. Participaron en el ágape Jaume Font, Joan Fageda, Ventura Blach, Joan Faquer, José María Rodríguez, Joan Bauzá, Joan Forcades y Gaspar Oliver. También estaba prevista la presencia de Matas, pero este no acudió. Estaba pendiente de lo que se decidiera entre los manteles, que no era otra cosa que quién ocuparía el cargo de president y forzar la dimisión de Soler. Este segundo extremo no les costó, ya que el propio president dimitió al ver que no contaba con el apoyo del grupo parlamentario. Mucha gente, entre ellos Huguet, recomendaron a Soler que no dimitiera y se sometiera a una moción de confianza en el Parlament y hacer frente a Cañellas y Matas. Se negó y ese mismo día registró su renuncia.

Se ofreció el cargo a Joan Huguet, quien lo rechazó por su lealtad a Soler. El camino estaba allanado para que Matas fuera el nuevo inquilino del Consolat de Mar. En dicha comida Matas no asistió, ya que él sabia que era su oportunidad para ser el nuevo hombre fuerte de la política balear. Sin embargo, según algunos participantes, estaba en permanente contacto telefónico con los comensales para saber si podía ir preparando los bártulos y desplazarse al Passeig Sagrera. El nuevo Govern de Soler ni llegó a tomar posesión. Fueron llamados consellers "non natos".

No obstante, para que los vergeristas se sumaran a la guerra contra Soler, tenían que hacer dimitir a Joan Huguet de presidente del partido y entregarle el cargo a Joan Verger. Huguet se negó. Incluso Cañellas y Verger montaron una junta regional para provocar la marcha de Huguet. Este último, según las crónicas, se lo dejó claro: "No pienso aceptar chantajes". De esta forma, consiguió llegar al congreso que consumó su sustitución por Verger.

La convulsa elección de Matas

Tras conseguir la caída de Soler Cañellas levantó el pulgar para designar a su sustituto. Jaume Matas ya se veía president del Govern. Pero no lo tuvo tan fácil. Su designación por parte del Parlament fue convulsa y necesitó dos votaciones para ser elegido.

El día 12 de junio, con el Parlament engalanado, todo estaba preparado para vivir la tercera investidura de un president del Govern en poco más de un año. Pero a la hora de que los diputados dieran su aprobación al nuevo jefe del Ejecutivo, dos parlamentarios del PP se abstuvieron. Jaume Matas solo consiguió 29 votos favorables, cuando la mayoría absoluta son 30. Joana Aina Vidal, que tenía que ser consellera de Serveis Socials con Soler, y el ibicenco Joan Marí Tur, que debía ser conseller de Cultura, se negaron a apoyar a Matas. Aseguraron que "votaron en conciencia".

Los dos diputados recibieron muchas presiones por parte del PP y de los poderes económicos para que no se desmarcaran. No obstante, en la primera votación se negaron a apoyar a Matas y tanto Vidal como Marí quisieron dar un voto de castigo al hombre que había sido el brazo ejecutor del golpe de mano a Cristòfol Soler.

Al día siguiente, 14 de junio, se produjo una segunda votación y Matas fue elegido con mayoría simple. En esta ocasión Vidal si votó a favor, pero Marí mantuvo su abstención. Matas acató las directrices de Cañellas y dejó a Flaquer de conseller de Turismo. También nombró a Verger titular de Obras Públicas.

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