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Opinión

Mohamed Harrak, el perdedor radical

Mohamed Harrak, el perdedor radical

La frase "estamos sentados sobre un volcán" parece rabiosamente contemporánea, pero fue pronunciada en el París de 1848 por el diputado Alexis de Tocqueville. Semanas después, el "viento de la revolución" instauraba la república. Nada permite avanzar si ahora también descargará "la tormenta en el horizonte". Sin embargo, la conexión mallorquina con el yihadismo dispara las alarmas al margen de la magnitud de la amenaza. Y conviene recordar que el terrorismo es un invento del XIX europeo.

¿Quién es Mohamed Harrak? Cuadra a la perfección con El perdedor radical que da título a un breve pero suculento ensayo, donde Hans Magnus Enzensberger perfila al terrorista islámico. Un excelente regalo para el Día del Libro. Cuesta apartarse del plagio al pensador alemán, cuando se repasa el narcisismo hundido en Son Gotleu del joven que ha estrellado mil planes de futuro por sus insuficiencias. Lo sabemos todo de él. La exhibición de sus fracasos redunda en una inmolación a plazos, que debe conducirlo al martirio solicitado en sus comentarios.

Harrak habla de la muerte sin fe en ella, con caligrafía impostada y tópica. Al margen de las pruebas que aporte la investigación, media un largo trecho entre la fanfarria belicista del veinteañero y el chaleco suicida. El perdedor radical ama la coreografía, en el fondo también desea fracasar cuando se empeñe en autodestruirse en compañía de los infieles.

Las expresiones de Harrak en la red provocan escalofríos. El susto crece al recordar que son opiniones compartidas por miles de musulmanes, instalados confortablemente en Europa. Sin embargo, antes de condenar por las palabras hay que recordar al cardenal Richelieu. "Dadme cinco líneas de texto escrito por cualquier persona, y encontraré material suficiente para conducirla al cadalso". O como dicen los jóvenes actuales con alguna perspectiva de futuro, "nunca podré dedicarme a la política, porque tengo un pasado en redes sociales".

Los textos que encadena el perdedor Harrak son de segunda mano, véase su canto a la liberación de Palestina. Su convicción es tan torpe que el auto de cárcel respira aliviado al descubrirle el utillaje de pesado de la cocaína, que garantiza una condena por narcotráfico. En el texto difundido por la Audiencia Nacional se advierte un cambio de ordenador, el resto estaba cocinado de antemano.

Harrak intentó enrolarse en la policía que lo ha detenido, suspiró por el ejército español. Hace unas semanas quería ingresar en la legión extranjera francesa, después de su conato de dos días de atentado. Pedía auxilio para entrar en el CNI que reclama como su patrón, confiado en el criterio de la CIA de no desmentir ni confirmar las afiliaciones a la Agencia reclamadas por cualquier desvariado. El marroquí de Son Gotleu se adapta al perdedor radical con tanta fidelidad como si hubiera inspirado en Enzensberger. Debió leerlo, se hubiera ahorrado como mínimo el ridículo de su pasión desencajada.

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