Cuentan que John Ronald Reuel Tolkien, enemigo declarado de todo cuanto desprendiera modernidad, escribió en su declaración de la renta algo así como "ni una libra de mis impuestos para la BBC". Aquí aspiramos, algunos secretamente y otros abiertamente, a que ni un euro de nuestro bolsillo se destine a tributos. ¡Siempre en vanguardia de la civilización!
Lo demuestra una encuesta del primer Pacto de Progreso cuando pretendía vender los beneficios de la ecotasa. Una pregunta era, si la memoria no falla, "¿está usted dispuesto a que otros paguen el impuesto turístico del que será principal beneficiario?". La respuesta era positiva en un 95% de los encuestados (también a ojo). El 5% de los que contestaron 'no' eran el 100% de los empresarios hoteleros y el 10% de los militantes del PP a quienes se preguntó.
Con el ánimo de conciliar las posiciones enfrentadas sobre la ecotasa que la tercera edición del pacto de izquierdas se ha empeñado en recuperar, nos proponemos aportar un decálogo ideas que la harán innecesaria. Y así todos contentos. Es cierto que habrá quien califique de demagógicas algunas de las soluciones. Pero no lo son mucho más que las declaraciones de quienes aseguran, tras subir más de un 7% los precios, que el euro o dos diarios serán una catástrofe.
1. Los pocos hoteleros que aún se dedican a la abominable actividad de traer turismo de alpargata dejarán de hacerlo. Los guiris alquilarán vehículos de alta gama, cenarán en restaurantes caros y visitarán todos los museos de la isla. De esta forma subirán los ingresos por IVA de los que Balears recibe una tajada importante, aunque sea con una liquidación retrasada.
2. Damos por hecho que el dinero en negro dejará de existir. El efecto será multiplicador. A los hoteleros se sumarán el resto de empresarios y, en una tercera fase, la sociedad en general. La recaudación subirá tanto que se reducirán los tipos que se aplican, lo que, disparará el consumo. Así, gracias a una espiral perfecta alcanzaremos un mundo feliz con pocos tributos y grandes ventajas sociales.
3. Por las mismas razones y con los mismos beneficios, desaparecerán las pocas camas ilegales -perdón, no declaradas- que quedan en las islas.
4. Como parte fundamental de este plan, las autoridades gastarán con el seny catalán actualmente perdido. Adiós al oropel y a la obra superflua. Se acabaron las comisiones para el partido o para el político.
5. Se alargará la temporada. No se trata de abrir todo el año todos los hoteles. Pero igual empatando o algún mes perdiendo un poco de dinero -muy poco- un puñado de establecimientos cerrarán sus puertas más tarde. Resultado: los trabajadores cobrarán menos meses el paro y, además, declararán más por renta. Miel sobre hojuelas para el Tesoro.
6. El anterior punto del plan contará con la inestimable colaboración de Aena. Después de cerrar los aeropuertos que además de innecesarios sean altamente deficitarios, abaratará las tarifas y facilitará la llegada de turistas en invierno... Más turismo, más ingresos, menos pagos por paro. Todos los caminos conducen a lo mismo: más recaudación con menos impuestos.
7. Igual que grandes mecenas como los Rockefeller, los Güell o Nobel, los hoteleros destinarán una parte de sus beneficios a multiplicar los atractivos de la sociedad que les vio nacer y ganar pasta a espuertas. Los nuevos proyectos culturales atraerán visitantes a espuertas que se alojarán en sus camas. Todo encaja.
8. En la misma línea de lo anterior, algunos edificios turísticos sobradamente amortizados y que se degradan en zonas turísticas maduras serán derribados para crear nuevas zonas de esponjamiento sin esperar a sangrar a la administración
9. El Gobierno central, sea del PP o del PSOE -e incluso si es de Podemos, Ciutadans, Més o El Pi- consciente del valor estratégico del turismo, invertirá el dinero comprometido en los destinos maduros.
Y 10. ¿Para qué contar la décima medida si con nueve ya hemos probado que la ecotasa es innecesaria?