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Opinión

Como bien dijo Bárcenas

Por Matías VallésJaume Matas explicará hoy Son Espases ante el Parlament. Lo hará desde la cárcel, y no finjan la flema que otorga renombre a la isla

Jaume Matas explicará hoy Son Espases ante el Parlament.Son Espases ante el Parlament Lo hará desde la cárcel, y no finjan la flema que otorga renombre a la isla. No existe un solo mallorquín capaz de asimilar que el siete años president de Balears y tres años ministro de Aznar se presente ante la cámara autonómica con dos condenas del Supremo por corrupción y un rosario de causas pendientes. Rendirá por primera vez cuentas, ante la cámara que siempre ninguneó, de los tiempos en que su sordera era únicamente política.

Las comisiones de investigación las carga el diablo. El PP aceptó la radiografía de Son Espases con la esperanza de que reforzaría la ficticia regeneración llevada a cabo por Bauzá, y que le permitiría desacreditar al Pacto de Progreso. De ahí la estupefacción del Govern, una vez que la explosión controlada por el pirotécnico Luis Bárcenas ha cuestionado la raíz misma del poder popular, la sede del partido en Palau Reial. Los líderes conservadores han ofrecidos las suficientes versiones contradictorias de la adquisición y reforma para alimentar las teorías más peligrosas.

Nadie conoce los vericuetos de la corrupción con la minuciosidad de sus protagonistas. La importancia de los arrepentidos no se circunscribe a la fijación definitiva de los hechos. Ayuda además a comprender los mecanismos de embrutecimiento de la clase política, los instintos dominantes en quienes antaño operaban desde la certeza de impunidad. Ergo, Bárcenas.

La comparecencia desde otra cárcel del tesorero nombrado por Rajoy ha dejado huella en la historia de Mallorca. Al margen de estrenar el spinoff de la sede de Palau Reial, centró a los despistados parlamentarios sobre el montante real de las cantidades paralelas en juego. La corrupción aneja a Son Espases debía contemplar sumas proporcionales a la magnitud de la mayor obra pública de la historia de la comunidad.

El perito Bárcenas recomendó a los diputados que no se entretuvieran con anotaciones de miles de euros, porque el gigantismo de Son Espases debía dilucidarse en pujas millonarias. En efecto, sus palabras han sido sucedidas por una epifanía monetaria. Los seis millones que el Govern de Matas había decidido pagar, a la fantasmagórica empresa seleccionada para valorar a los concursantes, resumen las dimensiones del escándalo.

El constructor Antonio Pinal aflora en el Parlament una vez que Bárcenas le atribuye "haber echado una mano" para sufragar la sede de Palau Reial. El PP movilizó a la incoherente Marga Prohens para explicar los pagos. Sorprende que la portavoz Mabel Cabrer no sea la encargada de abordar un caso que conoce al dedillo, por haberlo protagonizado como consellera.

La precaria hipótesis de la subportavoz fue aniquilada al divulgarse la declaración de Rodrigo de Santos, otro condenado por corrupción. Es altamente improbable que se hubiera concertado con Bárcenas, hasta el nerviosismo ultrasur del florentino Florentino confirma que Anticorrupción ha vuelto a hacer honor a su nombre.

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