Nuevo terremoto en la conselleria de Educación. A finales de septiembre, Núria Riera fue puesta al frente y nombró a Miguel Deyá como nuevo hombre fuerte en sustitución de Guillem Estarellas. Ayer, apenas dos meses más tarde, Deyá presentó su dimisión después de haber recibido presiones del Consolat de Mar para colocar a interinos docentes afines al PP, según ha sabido este diario por diversas fuentes del propio partido.

Esa fue la gota que colmó el vaso para el ex director general de Educación, Personal, Universidades e Investigación, que no obstante ayer negó categóricamente a este diario que "nadie le pidiera nada ilegal" y argumentó que su salida se debe al exceso de trabajo y a la falta de margen de maniobra y decisión.

Según distintas fuentes, desde el Consolat, haciéndole llegar el mensaje a través de Riera, se había intentando conseguir la complicidad de Deyá, responsable de Personal Docente, para conseguir puestos en centros educativos de Mallorca para personas relacionadas con el partido, ignorando el orden por puntuación y méritos que deben regir estas contrataciones. Esta semana en concreto se intentó trasladar de Maó a Mallorca a un profesor que una candidata municipal del PP quería tener a su lado para preparar las próximas elecciones.

Deyá, profesor de Historia Moderna en la Universitat, insistió ayer en negar esas peticiones -"todos me conocen, soy una persona muy recta, nadie se atrevería ni siquiera a pedirme que hiciera nada ilegal"- y aseguró que las cuestiones de personal no le llegaban a él sino que iban directamente "al funcionario correspondiente". Insistió en que nunca ha tocado estos temas y que no fue a ninguna mesa de contratación.

El ex director general empezó la legislatura con Rafael Bosch como director general de Universidades e Investigación, cargo que mantuvo con Joana Maria Camps. Durante estos tres años, apuntó, dispuso de un margen de maniobra y una autonomía que desapareció al asumir las competencias de Personal y Educación bajo el mando de otra consellera, Riera, "con otra visión". Además de fiscalizarse más su trabajo, le cayeron encima "demasiadas competencias" y una cantidad de trabajo "que no podía asumir": "No podía estar llevando lo que llevaba".

Esa falta de margen de maniobra se hacía especialmente patente en lo referido a Inspección, cuerpo en teoría bajo su jurisdicción pero sobre el que no podía decidir nada. Por ejemplo, de haber estado en su mano hubiera cesado al jefe de Inspección Educativa, Francisco García Moles, pero "nunca le llegó la competencia para hacerlo", según indicó ayer.

Miguel Deyá, que durante la huelga indefinida fue el único que inició un diálogo prometedor con los docentes hasta que el Consolat de Mar lo apartó de la negociación, es conocido por su trato directo y por ello no ocultó estar en contra de la llegada de nuevas universidades privadas a la isla, un proyecto en el que Presidencia tiene un interés especial. No obstante, el profesor recuerda que cuando recibe una orden de un superior, la acata y ejecuta y por eso, más allá de su opinión personal, él cumplió los encargos que se le hicieron relacionados con el proyecto y los defendió en Madrid.

El PSIB-PSOE responsabilizó ayer directamente a Bauzá de la "descomposición" de la Conselleria "por imponer una política partidista". La diputada Cristina Rita consideró esta dimisión como "una muestra más" del caos y de la "incapacidad manifiesta" de este Govern "para gestionar un área tan importante". Desde la Assemblea de Docents se hizo la misma lectura de la dimisón del director general de Educación: "Pone de relieve el caos existente dentro de la Conselleria, con una consellera que aparte de hacerse reuniones y fotos absolutamente estériles para limpiar la imagen delante de la sociedad, no ha dado ni un paso para resolver el conflicto educativo".

Miguel Deyá volverá a la UIB para dedicarse a la docencia y a la investigación. Se ignora quién será su sucesor yde momento le suplirá el secretario general. Riera admitió ayer que el puesto es "difícil y de mucho trabajo".