El Tribunal Superior ha vuelto a manifestarse contra el TIL, por segundo día consecutivo. Con la incorporación de los magistrados, la cifra de mallorquines que se han pronunciado contra el salvajismo lingüístico del Govern se eleva a 100.005. Al igual que sucedió con la protesta callejera, Bauzá ha respondido a los jueces con el silencio casernario que reserva para unos ciudadanos a quienes trata de subordinados. Cómo se atreven.

Con cierto esfuerzo, el Tribunal Superior ha comprendido que se enfrenta a un fullero que no pretende la liquidación de la separación de poderes, porque no distinguiría a Montesquieu de Lady Gaga. El fanático Bauzá ha traducido la "volonté générale" rousseauniana por "mi santa voluntad", la única ley que obedece. De ahí los autos judiciales que ayer clausuraron su intención de seguir propugnando la inmersión lingüística en el TIL.

Los magistrados no solo han salvaguardado la dignidad judicial que les ha unido por encima de disensiones personales, también han preservado la cohesión social. Con motivo del decreto dictado por el Govern para burlarse de las medidas cautelares impuestas por el TSJ, hasta el ministerio de Educación recordó al Ejecutivo balear que había pecado de flagrante inconstitucionalidad. De nuevo, es imposible que esta sutileza sea captada por un president que modifica una ley autonómica para legalizar su pisito millonario, mofándose así de una sentencia del Supremo. Ni Matas en su apogeo.

El desaparecido Bauzá es un pésimo alumno. Ha suspendido por segunda vez el examen de septiembre. De nuevo, por decisión unánime del tribunal examinador. En un mismo martes, rodaron por tierra dos leyes absurdas, una madrileña contra el aborto y otra balear contra la lengua oficial distinta del castellano. Ante situaciones idénticas, solo dimite el responsable de uno de los textos legales.

Gallardón se marcha orgulloso cuando le retiran su ley fetiche, en una rueda de prensa con libertad de preguntas. Bauzá se esconde, como si los siete pronunciamientos judiciales fueran otro dolor privado. Cabrá preguntarse si su presidencia comporta algún aspecto de responsabilidad pública, al margen de la tutela de sus florecientes negocios. También dimitió el socialista Corcuera, cuando los tribunales frenaron su ley de la patada en la puerta. En cambio, Bauzá desafía al tribunal con su intención de continuar pateando las puertas de las escuelas.

Si la tensión se dispara, Bauzá tiene previsto propinarle otra proverbial patada a la consellera de Educación. En el supuesto de que la encuentren en la sede de su departamento, dadas sus eternas vacaciones en Menorca. La conversión de Camps en víctima propiciatoria plantea tres preguntas acuciantes: Quién es, a quién le importa y, sobre todo, quién la puso en la conselleria. Por no hablar del desplome del consumo de galletas de Inca en Balears.

Camps no creó el TIL, y hubiera pregonado con igual fervor una política catalanista, islamista o a favor del Chelsea. La catastrófica gestión educativa del Govern es fruto exclusivo del fanatismo patrimonial de Bauzá. Tras la evaporación del president, la portavoz Núria Riera convoca a los periodistas para anunciar que suplicarán la reversión de los autos, a los mismos jueces que los han dictado con una rotundidad apabullante. Se trata probablemente de la rueda de prensa más absurda de la historia de la humanidad, aunque no de Balears. Por fortuna, la pasividad del Govern en torno a su inevitable respuesta al día siguiente del rechazo del formulismo de sus recursos, estuvo amenizada por los profesores que reclamaban la dimisión de Bauzá, porque la caída de Gallardón les parece insuficiente o inapropiada.

La mezcla de ignorancia y sectarismo del Govern obligará a la aparición en el debate jurídico de la palabra prevaricación. Bauzá pasará a la triste historia como el president que gobernó al ritmo del Círculo Balear, para que la citada entidad se le marchara a Vox. No admitir jamás un error es una política arriesgada, un detalle que Isern podría enseñarle a Bauzá. La pesadilla del presidente consiste en ser sustituido por el alcalde de Palma, por eso se bate con denuedo en pos de un triunfo electoral de Podem Més.

Como mínimo, Bauzá ha subestimado la perseverancia de los profesores, la desagradecida tenacidad que permite a los docentes moldear a un ciudadano votante del PP a partir de un mamífero revoltoso. El president cuartelero ha confundido asimismo la mayoría absoluta con el poder absoluto. Su predecesor Cañellas también pastoreó más de la mitad de escaños, pero solo conservó este privilegio mientras supo bandearse para adaptarse a la realidad social.

La buena noticia para Bauzá es que los magistrados contrarios al TIL son solo cinco. La mala noticia es que los otros cien mil manifestantes están mucho más enfadados que los jueces. Dado que el president considera a la ley como un estorbo, prolongará el conflicto hasta el final. Los magistrados de lo Contencioso implantaron la doctrina de imponer multas a los alcaldes mallorquines que no cumplían con el derribo de obras ilegales. La sanción económica es el único argumento disuasor que entiende Bauzá.