El Rey buscó un modo elegante de despedirse de la tripulación que durante tantos años le acompañó en sus travesías a bordo del Fortuna. El pasado verano, después de que hubiera tomado la decisión de renunciar al uso de la lujosa embarcación, citó a los integrantes de la tripulación para que asistieran a una comida, que se celebró en el palacio de Marivent. Este encuentro lo desveló ayer Vicente Martínez, el mecánico del barco, que se incorporó a la tripulación el año en el que el Rey Fahd de Arabia Saudí le regaló el yate al monarca español. Martínez señaló que el último encuentro con el Rey Juan Carlos fue "muy natural", aunque no quiso entrar en más detalles. Sin embargo, señaló que todos los trabajadores recibieron siempre un trato muy cordial por parte de la Familia Real. A esta cita a manteles acudieron todos los integrantes de la tripulación, que ahora han decidido iniciar una acción conjunta contra la empresa naviera al no estar conformes con las condiciones económicas del despido. El último Fortuna sustituyó a la embarcación que regaló el monarca saudí en el año 1979. El yate sufrió importantes averías e incluso tuvo que ser remolcado alguna que otra vez en alta mar por roturas en el motor. Tras la iniciativa de un grupo de empresarios mallorquines, que quisieron agradecer al Rey que eligiera la isla para disfrutar de sus vacaciones, se adquirió en el año 2000 un nuevo yate. La embarcación se construyó en España. Cuenta con un eslora de 41,5 metros y puede alcanzar una velocidad de 65 nudos. El sistema de propulsión era en ese momento el más moderno que existía. En los últimos tres años la Familia Real apenas ha utilizado el yate. El monarca ha invitado a navegar en el Fortuna a varias de las más importantes personalidades políticas y sociales del mundo. El coste del mantenimiento del yate lo asumía Patrimonio Nacional. Llenar el depósito costaba 24.000 euros.