Como en el resto de casos de abusos sexuales cometidos presuntamente por parte del párroco de Can Picafort -hoy suspendido cautelarmente de sus oficios- e investigados por el Obispado de Mallorca, la víctima que ha acudido ahora a la Justicia ha tardado años en denunciar los hechos, asegurando en esta ocasión que el supuesto abusador la presionó para que se mantuviera callada.

El papel jugado por la ONG Red e Ayuda a Niños Abusados (RANA), con sede en Palma, ha sido clave para que las mujeres que dicen haber sido víctimas de agresiones sexuales por parte del cura en el pasado dieran finalmente el paso de denunciarle.

La joven de Can Picafort que asegura haber sido forzada por el sacerdote Pere Barceló a mantener relaciones sexuales con él entre 1997 y 1998, siendo ella una niña, relata en su denuncia que reaccionó el año pasado, al enterarse por los medios de comunicación de que el Obispado le había destituido al frente de la parroquia de Can Picafort por presuntos abusos sexuales a menores.

A raíz de ello, decidió romper su silencio y terminó por confesar a su padre y a su hermana que había sido violada presuntamente por Barceló. El presbítero ha mantenido hasta hace poco una relación de amistad con la familia de la joven denunciante, que según su versión ha descubierto ahora los hechos.

La Fiscalía de Menores decidió archivar la denuncia de un catequista de Can Picafort interpuesta en 1998, básicamente porque la joven denunciante de ahora, que entonces acababa de cumplir 10 años, negó las graves acusaciones.