La orografía terrestre, las grandes cordilleras, los volcanes y las fallas tectónicas que provocan los movimientos sismológicos no son debidos a la actual teoría tectónica de placas defendida por los científicos sino, en opinión del ingeniero de Caminos y ex jefe de Costas de Balears, Carlos Garau Sagristá, a los impactos de grandes cuerpos celestes sobre la corteza terrestre.

"El problema que existe en la tectónica actual se deriva del hecho de prescindir de los efectos indirectos de lo que llamo impactos significativos de grandes cuerpos celestes a lo largo de los últimos 3.800 millones de años de evolución de la corteza terrestre", defendió Carlos Garau anoche en el Club DIARIO de MALLORCA en el acto en el que presentó su libro Teoría Unificada de los Impactos (UTI) que defiende esta novedosa hipótesis acompañado por su hijo, Carlos Garau Fullana, decano del Colegio de Ingenieros de Caminos de Balears, y de una siempre discrepante Rosa María Mateos, directora de proyectos del Instituto Geológico Minero en las islas.

"Fueron unos impactos de grandes cuerpos celestes, de 50 kilómetros para arriba, que se desplazaban a una velocidad de 72 kilómetros por segundo. Unos cuerpos celestes, los que configuraron la actual corteza terrestre, que en la actualidad ya no existen", intentó explicar Garau las tremendas magnitudes en las que se sustenta su controvertida teoría.

Para el estudioso mallorquín, que lleva desde el año 1978 rumiando una explicación a la duda que le suscitaba que las corrientes convectivas fueran las que movieran las placas tectónicas, por cada impacto apreciable en la cara de la luna, la tierra ha recibido más de 2.500 que no se distinguen en la actualidad por el efecto disolvente del agua.

"Pero la mayor dificultad para comprender la importancia de los impactos estriba en comprender que lo más importante del impacto no era ni es su cráter, sino la incorporación de la enorme energía cinética del bólido celeste a la Tierra, su transformación en energías potenciales que implicaban deformaciones internas y externas", abundó Carlos Garau.

Porque para este ingeniero de Caminos, el panorama geológico actual no tiene en cuenta estos efectos indirectos de los impactos de los cuerpos celestes que, a velocidades de cientos de kilómetros por segundo, dejaron su huella en la delgada corteza terrestre y se incrustaron en su manto.

Por su parte, la geóloga Rosa María Mateos, pese a que admitió que la ciencia ha menospreciado la importancia de estos impactos meteoríticos, recordó a Garau que las placas tectónicas se mueven y que estos movimientos se están midiendo y le emplazó a que explicase con su teoría el por qué de la actual configuración volcánica a lo largo del cinturón de fuego.