La cara sonriente, mientras viajaba en el asiento trasero del coche que le conducía a los calabozos de la Jefatura Superior de Policía, refleja al personaje. El 30 de junio no quiso ocultar su rostro bajo una chaqueta, como sí hicieron otros ex compañeros del Ibatur, y, en cambio, regaló una mueca decadente. También desafió a los reporteros gráficos a su salida de las dependencias judiciales, 72 horas después, cuando reclamó todas las fotos para sí, después de definir su experiencia del siguiente modo: "No se lo deseo ni a mi enemigo".

El sábado, quienes le vieron, describen a un hombre distinto. Abatido. Un talante diferente del dicharachero Juan Carlos Alía, el profesional agraciado con un don de gentes incuestionable que desarrolla la mayor parte de su carrera en el grupo turístico TUI, en el que comienza a trabajar por primera vez en 1979, en el departamento de TUI Service Gran Canaria y Mallorca. En 1989 asume el cargo de jefe de prensa y delegado adjunto de TUI en Balears.

En 1992 tiene su primer contacto con el sector público. Ese año acepta el puesto de director de Promoción del Instituto Balear de Turismo (Ibatur) hasta 1997. Vuelve a la casa por la puerta grande con la victoria de Jaume Matas. En 2003 es designado director gerente del Ibatur, cargo que abandona un año después, cuando asume las consecuencias del escándalo Rasputín en solitario. Después de un tiempo en el dique seco, retorna a TUI como portavoz para España, pero dura poco. "Era un matrimonio mal avenido", dijo. En mayo de este año le ficha la agencia receptiva Viajes Sidetours como director de Expansión y Relaciones Institucionales.