Las peticiones de nulidad matrimonial a través de la Iglesia son mínimas, pese a que este año se ha registrado un apreciable repunte, según destaca el vicario judicial de la Diócesis, Nadal Bernat. En concreto, señala que en los seis primeros meses se han registrado 24 solicitudes, cuando durante los últimos ejercicios se había llegado a bajar hasta las "diez o quince". Hace una década, la cifra se movía en torno al medio centenar anual.

En opinión del vicario judicial, la causa de estas cifras tan bajas hay que buscarla principalmente en el desconocimiento, aunque otro factor decisivo es la rapidez con que se tramita actualmente un divorcio civil.

Nadal Bernat considera que existen demasiados tópicos en torno a las nulidades, como que se eternizan en el tiempo y que son caras.

Respecto al primer punto, destaca que su resolución debe producirse en un año y medio como máximo, y asegura que en Mallorca se cumple este plazo.

Y en cuanto al coste, pone de relieve que la Iglesia tiene en cuenta la capacidad económica del que solicita la nulidad, de ahí que se contemplen descuentos del 25%, del 50% o incluso la posibilidad de la gratuidad.

En primera instancia debe realizarse un desembolso de 850 euros, al que se debe sumar un segundo pago de 450. En total, la Iglesia percibe 1.300 euros, aunque esta cifra se pueda ver reducida tal y como se ha señalado anteriormente. Respecto al coste del abogado, existe una estimación que lo sitúa en el entorno de los 3.000 euros, pero en este caso también hay 60 letrados acreditados por el Obispado que, dependiendo de la capacidad económica del cónyuge, pueden actuar de oficio, es decir, sin coste alguno o con descuento.

A la hora de analizar las causas más esgrimidas para reclamar la nulidad, destaca la de inmadurez o la falta de libertad a la hora de decidir, especialmente en el caso de los matrimonios de una cierta antigüedad que celebraron la boda a una edad muy joven (algo cada vez menos habitual). También se alega en muchos casos el desconocimiento de lo que es el matrimonio católico o de la propia pareja, y de forma creciente el hecho de haberse casado bajo algún tipo de adicción, como el alcoholismo.