El Club de Fumadores por la Tolerancia que preside Antonio Mingote entregaba ayer, en Can Tito, un premio al restaurante mejor adaptado de Balears a la ley de 2005 que demanda un espacio separado para los clientes fumadores en los grandes establecimientos. La obra premiada costó 20.000 euros. Si el Gobierno central endurece ahora su norma y prohíbe definitivamente fumar en los lugares públicos, esa inversión se habrá ido en humo.

Enrique Martín, dueño del establecimiento en es Molinar, mira con orgullo indisimulado el recinto acristalado que separa a los comensales humeantes de los que no humean: los paneles transparentes lucen el emblema del restaurante grabado con ácido clorhídrico, los sistemas de renovación de aire garantizan la supervivencia de la persona que entre al reducto. Según el propietario, suele haber "mejor ambiente" dentro del área de fumadores que fuera, y no es sólo un juego de palabras.

Martín señala sin dudar que los fumadores son mejores clientes, desde un punto de vista económico. Consumen más y durante más tiempo que los clientes sanos que las autoridades quieren en nuestros bares y restaurantes. Al café le sigue el pitillo o el puro con una copita, tal vez dos. El vino y el tabaco también combinan su bouquet, según parece.

A su lado, el portavoz del Club de Fumadores, Javier Blanco, augura que los fumadores acortarán su consumo en los bares y restaurantes, en el caso de que finalmente el Gobierno prohíba el tabaco en todos los lugares públicos. "En los últimos tres años, Irlanda ha visto cerrar 1.500 establecimientos de hostelería", asegura. Es cierto, desde luego, que estos cierres no pueden achacarse exclusivamente a la restrictiva norma antitabaco del gobierno dublinés, sino también a la crisis económica y el descenso en el consumo de alcohol que se deriva de las fuertes campañas publicitarias de seguridad vial. El tabaco es sólo la puntilla.

Según Blanco, el Gobierno planea endurecer su ley antitabaco en función de tres presupuestos falsos. El primero, que la mayoría de la población está de acuerdo con la medida. El Club de Fumadores dispone de una encuesta propia, según la cual el 87% sólo quiere zonas separadas. El segundo supuesto es que este país está "maduro" para una ley así; pero supuestamente es sólo la gente inmadura la que precisa prohibiciones.

La tercera premisa del Gobierno para endurecer la ley es que no se está respetando. Pero –aduce Blanco– ¿cómo no se va a respetar, si el 85% de los establecimientos se definió como centro para fumadores? De los restantes, dos tercios practicaron obras como las de Can Tito, para acoger a los preciados clientes fumadores. Tal vez el último 5% incumple la ley, pero eso no está acreditado.

"Ahora me molestaría haber de tirar la obra, después de lo que me ha costado", dice Enrique Martín, con humildad. No hace lumbre con cenizas.