Había de ser el monumento a la grandeza de este deporte balear que protagoniza gestas por todo el mundo, con nombres propios como Nadal, Lorenzo, Llaneras o Fullana, pero se ha convertido en una losa para el futuro de clubes que ven ahora como sus proyectos no pueden salir adelante porque la deuda generada por este coloso que es el Palma Arena se lo come todo. Tenemos un excelente velódromo, una pista polideportiva que puede acoger campeonatos de Europa de baloncesto, voleibol o hasta batallas de las superficies. Pero no tenemos dinero para el Icaro, para el Palma de voley, de básquet, para el Fisiomedia o el Menorca. Es otra maldita herencia de unos malos gestores.