La liberalización en el sector de la intermediación inmobiliaria, adoptada en España hace pocos años por impulso de las normativas de la Unión Europea, no trajo una bajada de los precios de las casas. La vivienda se encareció en Balears un 270,2 por ciento entre 1997 y 2007, una década dorada que hizo crecer como setas el número de intermediarios. Hubo importantes beneficios para todos, pero ahora el ciclo ha cambiado y los más débiles han tenido que cerrar, puesto que no tenían ingresos ni para cubrir los gastos. La resaca son decenas de locales vacíos y cientos de esperanzas de conseguir una casa frustradas porque los precios siguen inalcanzables.