Sale del gimnasio con la barba de cuatro o cinco días y justo acaba de enterarse que tendrá que rasurársela hasta conseguir unas "dimensiones discretas". Responde al nombre de Jaume y es uno de los agentes de la Policía Local que tendrá que empezar a acostumbrarse al nuevo reglamento destinado a este colectivo aprobado el pasado jueves por el Consell de Govern. "Esta misma tarde me afeito", dice una vez conocidos varios artículos del documento.

Él y sus compañeros deberán ofrecer el servicio "correctamente uniformados y aseados", ya que, una vez entre en vigor la normativa, se perseguirán las actitudes que denoten "abandono". Sus peluqueros harán el agosto cada quince días porque, a partir de ahora, su cabello permanecerá "bien peinado" y con una longitud inferior "a la camisa del cuello". Asimismo, eludirán rociarse de cualquier tipo de tinte y de cortes "extravagantes". "¡Pues me sé de uno que lo pasará mal!, exclama refiriéndose a un compañero con ciertos problemas para reducirse el tamaño del pelo.

Los policías locales estarán obligados a adoptar una postura "correcta" durante la jornada de trabajo. De esta forma, deberán abstenerse de "fumar, mascar chile o guardar las manos en los bolsillos". Los agentes tendrán que deshacerse de anillos, pulseras, pendientes, cadenas y piercings durante el horario laboral, un punto bastante bien aceptado entre el colectivo, pese a que algunos opinen que "la calidad del servicio no depende del aspecto, sino de la persona".

Por si a caso, una agente destinada en una localidad del norte de la isla ha decidido que mañana abandonará los pendientes; "ahora llevo unos pequeños. De no ser así, podría haber quedado enganchada más de una vez en alguna pelea", apunta. En cuanto a tatuajes, el Ejecutivo autonómico pide discreción con el fin de no perjudicar la imagen del cuerpo. "¡Ya me dirás con qué los quitarán! Quizás nos envíen un trozo de papel de lijar", bromea uno de ellos.

Uno de los puntos más conflictivos impuestos por el Govern es, sin duda, la incorporación del saludo como una obligación, un requisito criticado entre los más jóvenes y elogiado para los de "la vieja escuela". "Me parece una vergüenza", afirma un compañero de Jaume. Para J., un veterano de la Policía de Palma, "el saludo y tratar de usted al ciudadano es esencial para que te respeten. Bajar el tono implica perder autoridad".

Según el reglamento, el buen saludo tendrá que ejecutarse "con corrección, naturalidad y sin ningún tipo de exageraciones" y consistirá en "llevar la mano derecha, doblando el brazo por el codo, hasta el lateral de la visera de la gorra". Cuando este gesto no resulte posible, la salutación se realizará a través de la fórmula verbal de cortesía correspondiente a la hora del día en que se encuentre. "El saludo oficial es muy autoritario aunque no me preocupa. No sancionaré a ninguno de mis subordinados porque no lo haga", explica un sargento de la Part Forana. Sin embargo, admite que es una manera de resolver el primer contacto con el ciudadano; "¿Qué haríamos sino? ¿un beso? ¿un abrazo?", comenta entre risas.

M. es una de las féminas más experimentadas del cuerpo. Entró en la Policía Local de Palma con la primera promoción de mujeres y, tras años de servicio, asegura que este se ha ido deteriorando "tira a tira". Sin embargo, cree que en los últimos tiempos ha surgido una generación de metrosexuales, siendo "muy reducido" el número de agentes a los que se debería aplicar el reglamento a rajatabla; "Los jóvenes de ahora son muy guaperas. Van al gimnasio, se depilan y se echan colonia, cosa que los veteranos no hacen", afirma.

Según el comisario jefe de la Policía de Palma, Nicolás Herrero, "siempre ha habido conflicto generacional y siempre habrá disparidad de criterios entre ellos". "Los jóvenes son díscolos, desobedientes e impuntuales, pero con el tiempo valoran las ventajas del orden", indica refiriéndose a la nueva normativa. En su plantilla, que alcanza los 900 agentes, el porcentaje de agentes que no cumplen con las medidas anunciadas "es del 1%". Por ello, acepta de buen grado la llegada de este documento.

Interpretaciones varias

La aplicación del reglamento aprobado por el Consell de Govern está nada clara. Desde una comisaría de la Part Forana recuerdan que la Policía Local depende del Ayuntamiento y de su alcalde, por lo que "cada uno podrá interpretarlo a su manera". Un sargento asegura que algunas de las medidas que se han tomado para evitar "casos contados" son "algo exageradas", aunque la legislación en su conjunto permitirá dar "coherencia" a la línea de trabajo de la Policía Local, con un "único criterio de actuación". Según su parecer, "la normativa autonómica de 1988 ya había quedado obsoleta en algunos puntos".