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Bernardo Arzayus
Ver galería >Cuando pasa la hora punta del desayuno, el Vista Alegre late al mismo ritmo que un bar de la part forana. Frecuencia cardiaca lenta, luz baja, platos por lavar en la barra después del fragor de la batalla. Todo el mundo bosteza con la boca cerrada. Es casi la hora de comer. Los parroquianos exponen sin vehemencia su postura sobre el caso Koldo antes de que Miquel Maimó eche la barrera. Aquí se habla de todo, de política también, pero siempre con aquello de que los mallorquines son reservados para sus cosas y rara vez confían un sentimiento. En este lugar sin ínfulas se aprovechan los minutos de sociabilidad, un bien preciado en tiempos de soledad. “Con la pandemia ya adoptamos este horario (de 7 a 15 horas) y así nos hemos quedado: las tardes ya no abrimos”, explica el dueño del local cuya existencia se remonta a 1938 ó 39.
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Cuando pasa la hora punta del desayuno, el Vista Alegre late al mismo ritmo que un bar de la part forana. Frecuencia cardiaca lenta, luz baja, platos por lavar en la barra después del fragor de la batalla. Todo el mundo bosteza con la boca cerrada. Es casi la hora de comer. Los parroquianos exponen sin vehemencia su postura sobre el caso Koldo antes de que Miquel Maimó eche la barrera. Aquí se habla de todo, de política también, pero siempre con aquello de que los mallorquines son reservados para sus cosas y rara vez confían un sentimiento. En este lugar sin ínfulas se aprovechan los minutos de sociabilidad, un bien preciado en tiempos de soledad. “Con la pandemia ya adoptamos este horario (de 7 a 15 horas) y así nos hemos quedado: las tardes ya no abrimos”, explica el dueño del local cuya existencia se remonta a 1938 ó 39.
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Cuando pasa la hora punta del desayuno, el Vista Alegre late al mismo ritmo que un bar de la part forana. Frecuencia cardiaca lenta, luz baja, platos por lavar en la barra después del fragor de la batalla. Todo el mundo bosteza con la boca cerrada. Es casi la hora de comer. Los parroquianos exponen sin vehemencia su postura sobre el caso Koldo antes de que Miquel Maimó eche la barrera. Aquí se habla de todo, de política también, pero siempre con aquello de que los mallorquines son reservados para sus cosas y rara vez confían un sentimiento. En este lugar sin ínfulas se aprovechan los minutos de sociabilidad, un bien preciado en tiempos de soledad. “Con la pandemia ya adoptamos este horario (de 7 a 15 horas) y así nos hemos quedado: las tardes ya no abrimos”, explica el dueño del local cuya existencia se remonta a 1938 ó 39.
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Cuando pasa la hora punta del desayuno, el Vista Alegre late al mismo ritmo que un bar de la part forana. Frecuencia cardiaca lenta, luz baja, platos por lavar en la barra después del fragor de la batalla. Todo el mundo bosteza con la boca cerrada. Es casi la hora de comer. Los parroquianos exponen sin vehemencia su postura sobre el caso Koldo antes de que Miquel Maimó eche la barrera. Aquí se habla de todo, de política también, pero siempre con aquello de que los mallorquines son reservados para sus cosas y rara vez confían un sentimiento. En este lugar sin ínfulas se aprovechan los minutos de sociabilidad, un bien preciado en tiempos de soledad. “Con la pandemia ya adoptamos este horario (de 7 a 15 horas) y así nos hemos quedado: las tardes ya no abrimos”, explica el dueño del local cuya existencia se remonta a 1938 ó 39.
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Cuando pasa la hora punta del desayuno, el Vista Alegre late al mismo ritmo que un bar de la part forana. Frecuencia cardiaca lenta, luz baja, platos por lavar en la barra después del fragor de la batalla. Todo el mundo bosteza con la boca cerrada. Es casi la hora de comer. Los parroquianos exponen sin vehemencia su postura sobre el caso Koldo antes de que Miquel Maimó eche la barrera. Aquí se habla de todo, de política también, pero siempre con aquello de que los mallorquines son reservados para sus cosas y rara vez confían un sentimiento. En este lugar sin ínfulas se aprovechan los minutos de sociabilidad, un bien preciado en tiempos de soledad. “Con la pandemia ya adoptamos este horario (de 7 a 15 horas) y así nos hemos quedado: las tardes ya no abrimos”, explica el dueño del local cuya existencia se remonta a 1938 ó 39.
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Cuando pasa la hora punta del desayuno, el Vista Alegre late al mismo ritmo que un bar de la part forana. Frecuencia cardiaca lenta, luz baja, platos por lavar en la barra después del fragor de la batalla. Todo el mundo bosteza con la boca cerrada. Es casi la hora de comer. Los parroquianos exponen sin vehemencia su postura sobre el caso Koldo antes de que Miquel Maimó eche la barrera. Aquí se habla de todo, de política también, pero siempre con aquello de que los mallorquines son reservados para sus cosas y rara vez confían un sentimiento. En este lugar sin ínfulas se aprovechan los minutos de sociabilidad, un bien preciado en tiempos de soledad. “Con la pandemia ya adoptamos este horario (de 7 a 15 horas) y así nos hemos quedado: las tardes ya no abrimos”, explica el dueño del local cuya existencia se remonta a 1938 ó 39.
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Cuando pasa la hora punta del desayuno, el Vista Alegre late al mismo ritmo que un bar de la part forana. Frecuencia cardiaca lenta, luz baja, platos por lavar en la barra después del fragor de la batalla. Todo el mundo bosteza con la boca cerrada. Es casi la hora de comer. Los parroquianos exponen sin vehemencia su postura sobre el caso Koldo antes de que Miquel Maimó eche la barrera. Aquí se habla de todo, de política también, pero siempre con aquello de que los mallorquines son reservados para sus cosas y rara vez confían un sentimiento. En este lugar sin ínfulas se aprovechan los minutos de sociabilidad, un bien preciado en tiempos de soledad. “Con la pandemia ya adoptamos este horario (de 7 a 15 horas) y así nos hemos quedado: las tardes ya no abrimos”, explica el dueño del local cuya existencia se remonta a 1938 ó 39.
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Cuando pasa la hora punta del desayuno, el Vista Alegre late al mismo ritmo que un bar de la part forana. Frecuencia cardiaca lenta, luz baja, platos por lavar en la barra después del fragor de la batalla. Todo el mundo bosteza con la boca cerrada. Es casi la hora de comer. Los parroquianos exponen sin vehemencia su postura sobre el caso Koldo antes de que Miquel Maimó eche la barrera. Aquí se habla de todo, de política también, pero siempre con aquello de que los mallorquines son reservados para sus cosas y rara vez confían un sentimiento. En este lugar sin ínfulas se aprovechan los minutos de sociabilidad, un bien preciado en tiempos de soledad. “Con la pandemia ya adoptamos este horario (de 7 a 15 horas) y así nos hemos quedado: las tardes ya no abrimos”, explica el dueño del local cuya existencia se remonta a 1938 ó 39.
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Cuando pasa la hora punta del desayuno, el Vista Alegre late al mismo ritmo que un bar de la part forana. Frecuencia cardiaca lenta, luz baja, platos por lavar en la barra después del fragor de la batalla. Todo el mundo bosteza con la boca cerrada. Es casi la hora de comer. Los parroquianos exponen sin vehemencia su postura sobre el caso Koldo antes de que Miquel Maimó eche la barrera. Aquí se habla de todo, de política también, pero siempre con aquello de que los mallorquines son reservados para sus cosas y rara vez confían un sentimiento. En este lugar sin ínfulas se aprovechan los minutos de sociabilidad, un bien preciado en tiempos de soledad. “Con la pandemia ya adoptamos este horario (de 7 a 15 horas) y así nos hemos quedado: las tardes ya no abrimos”, explica el dueño del local cuya existencia se remonta a 1938 ó 39.
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Cuando pasa la hora punta del desayuno, el Vista Alegre late al mismo ritmo que un bar de la part forana. Frecuencia cardiaca lenta, luz baja, platos por lavar en la barra después del fragor de la batalla. Todo el mundo bosteza con la boca cerrada. Es casi la hora de comer. Los parroquianos exponen sin vehemencia su postura sobre el caso Koldo antes de que Miquel Maimó eche la barrera. Aquí se habla de todo, de política también, pero siempre con aquello de que los mallorquines son reservados para sus cosas y rara vez confían un sentimiento. En este lugar sin ínfulas se aprovechan los minutos de sociabilidad, un bien preciado en tiempos de soledad. “Con la pandemia ya adoptamos este horario (de 7 a 15 horas) y así nos hemos quedado: las tardes ya no abrimos”, explica el dueño del local cuya existencia se remonta a 1938 ó 39.
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Cuando pasa la hora punta del desayuno, el Vista Alegre late al mismo ritmo que un bar de la part forana. Frecuencia cardiaca lenta, luz baja, platos por lavar en la barra después del fragor de la batalla. Todo el mundo bosteza con la boca cerrada. Es casi la hora de comer. Los parroquianos exponen sin vehemencia su postura sobre el caso Koldo antes de que Miquel Maimó eche la barrera. Aquí se habla de todo, de política también, pero siempre con aquello de que los mallorquines son reservados para sus cosas y rara vez confían un sentimiento. En este lugar sin ínfulas se aprovechan los minutos de sociabilidad, un bien preciado en tiempos de soledad. “Con la pandemia ya adoptamos este horario (de 7 a 15 horas) y así nos hemos quedado: las tardes ya no abrimos”, explica el dueño del local cuya existencia se remonta a 1938 ó 39.
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Cuando pasa la hora punta del desayuno, el Vista Alegre late al mismo ritmo que un bar de la part forana. Frecuencia cardiaca lenta, luz baja, platos por lavar en la barra después del fragor de la batalla. Todo el mundo bosteza con la boca cerrada. Es casi la hora de comer. Los parroquianos exponen sin vehemencia su postura sobre el caso Koldo antes de que Miquel Maimó eche la barrera. Aquí se habla de todo, de política también, pero siempre con aquello de que los mallorquines son reservados para sus cosas y rara vez confían un sentimiento. En este lugar sin ínfulas se aprovechan los minutos de sociabilidad, un bien preciado en tiempos de soledad. “Con la pandemia ya adoptamos este horario (de 7 a 15 horas) y así nos hemos quedado: las tardes ya no abrimos”, explica el dueño del local cuya existencia se remonta a 1938 ó 39.
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