En una pequeña fábrica de Campos coincidieron a principios de los 70 dos grandes creadores. Uno era Jørn Utzon, el arquitecto que proyectó la Ópera de Sydney, y el otro, Damià Huguet, el poeta que sorprendió a la cultura isleña en la última etapa del franquismo. El Premio Pritzker buscaba vigas para su casa en Mallorca, Can Lis, visitada ahora por estudiantes de arquitectura de todo el mundo, y el escritor estaba al frente de la empresa de construcción abierta por su padre, Gabriel Huguet, en 1933.
Varias muestras de baldosas modernas realizadas con la técnica del terrazo.
E. Calvo
En una pequeña fábrica de Campos coincidieron a principios de los 70 dos grandes creadores. Uno era Jørn Utzon, el arquitecto que proyectó la Ópera de Sydney, y el otro, Damià Huguet, el poeta que sorprendió a la cultura isleña en la última etapa del franquismo. El Premio Pritzker buscaba vigas para su casa en Mallorca, Can Lis, visitada ahora por estudiantes de arquitectura de todo el mundo, y el escritor estaba al frente de la empresa de construcción abierta por su padre, Gabriel Huguet, en 1933.
Varias muestras de baldosas modernas realizadas con la técnica del terrazo.
E. Calvo
En una pequeña fábrica de Campos coincidieron a principios de los 70 dos grandes creadores. Uno era Jørn Utzon, el arquitecto que proyectó la Ópera de Sydney, y el otro, Damià Huguet, el poeta que sorprendió a la cultura isleña en la última etapa del franquismo. El Premio Pritzker buscaba vigas para su casa en Mallorca, Can Lis, visitada ahora por estudiantes de arquitectura de todo el mundo, y el escritor estaba al frente de la empresa de construcción abierta por su padre, Gabriel Huguet, en 1933.
Proceso de creación de piezas de las colecciones diseñadas por Pentagram.
Andrés Fraga
En una pequeña fábrica de Campos coincidieron a principios de los 70 dos grandes creadores. Uno era Jørn Utzon, el arquitecto que proyectó la Ópera de Sydney, y el otro, Damià Huguet, el poeta que sorprendió a la cultura isleña en la última etapa del franquismo. El Premio Pritzker buscaba vigas para su casa en Mallorca, Can Lis, visitada ahora por estudiantes de arquitectura de todo el mundo, y el escritor estaba al frente de la empresa de construcción abierta por su padre, Gabriel Huguet, en 1933.
Proceso de creación de piezas de las colecciones diseñadas por Pentagram.
Andrés Fraga
En una pequeña fábrica de Campos coincidieron a principios de los 70 dos grandes creadores. Uno era Jørn Utzon, el arquitecto que proyectó la Ópera de Sydney, y el otro, Damià Huguet, el poeta que sorprendió a la cultura isleña en la última etapa del franquismo. El Premio Pritzker buscaba vigas para su casa en Mallorca, Can Lis, visitada ahora por estudiantes de arquitectura de todo el mundo, y el escritor estaba al frente de la empresa de construcción abierta por su padre, Gabriel Huguet, en 1933.
Proceso de creación de piezas de las colecciones diseñadas por Pentagram.
Andrés Fraga
En una pequeña fábrica de Campos coincidieron a principios de los 70 dos grandes creadores. Uno era Jørn Utzon, el arquitecto que proyectó la Ópera de Sydney, y el otro, Damià Huguet, el poeta que sorprendió a la cultura isleña en la última etapa del franquismo. El Premio Pritzker buscaba vigas para su casa en Mallorca, Can Lis, visitada ahora por estudiantes de arquitectura de todo el mundo, y el escritor estaba al frente de la empresa de construcción abierta por su padre, Gabriel Huguet, en 1933.
Proceso de creación de piezas de las colecciones diseñadas por Pentagram.
Andrés Fraga
En una pequeña fábrica de Campos coincidieron a principios de los 70 dos grandes creadores. Uno era Jørn Utzon, el arquitecto que proyectó la Ópera de Sydney, y el otro, Damià Huguet, el poeta que sorprendió a la cultura isleña en la última etapa del franquismo. El Premio Pritzker buscaba vigas para su casa en Mallorca, Can Lis, visitada ahora por estudiantes de arquitectura de todo el mundo, y el escritor estaba al frente de la empresa de construcción abierta por su padre, Gabriel Huguet, en 1933.
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Andrés Fraga
En una pequeña fábrica de Campos coincidieron a principios de los 70 dos grandes creadores. Uno era Jørn Utzon, el arquitecto que proyectó la Ópera de Sydney, y el otro, Damià Huguet, el poeta que sorprendió a la cultura isleña en la última etapa del franquismo. El Premio Pritzker buscaba vigas para su casa en Mallorca, Can Lis, visitada ahora por estudiantes de arquitectura de todo el mundo, y el escritor estaba al frente de la empresa de construcción abierta por su padre, Gabriel Huguet, en 1933.
En una pequeña fábrica de Campos coincidieron a principios de los 70 dos grandes creadores. Uno era Jørn Utzon, el arquitecto que proyectó la Ópera de Sydney, y el otro, Damià Huguet, el poeta que sorprendió a la cultura isleña en la última etapa del franquismo. El Premio Pritzker buscaba vigas para su casa en Mallorca, Can Lis, visitada ahora por estudiantes de arquitectura de todo el mundo, y el escritor estaba al frente de la empresa de construcción abierta por su padre, Gabriel Huguet, en 1933.