La producción sostenible: el reto de la sociedad verde que viene

El mundo ha entrado en los prometidos felices años veinte del siglo XXI asediado por múltiples emergencias como la sanitaria, la climática o la económica. De ahí emanan no pocos desafíos. 

Entre ellos, el desarrollo de sistemas verdes así como el impulso de la economía circular, que hace del reciclaje de los materiales la clave para una producción sostenible con el planeta. 

Ahí, Europa también está marcando el debate global. Pero queda mucho trabajo por hacer. Y es que, tal como remarca Carina Lopes, directora del think tank de DFS, la emergencia climática supedita todos las otras preocupaciones y retos para construir la sociedad del futuro: «No habrá transición digital justa si no se habla del cambio climático, porque este volverá a afectar a los colectivos más vulnerables».

En diciembre, un panel de más de cincuenta expertos nacionales e internacionales reunidos por Digital Future Society (DFS), el proyecto impulsado por el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital del Gobierno de España y Mobile World Capital Barcelona, elaboró una lista de grandes prioridades digitales que administración pública, empresas, academia y sociedad civil deben abordar cuanto antes. Esos desafíos giran en torno a cuatro ejes clave: la gobernanza de datos, la brecha digital, el futuro del trabajo y el rol de la tecnología en la emergencia climática. En este último punto se incluye la economía circular.

Los expertos de DFS llaman a fomentar la aplicación de nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial o el 5G para reducir el impacto del cambio climático y la emisión de gases de efecto invernadero. En este sentido, la economía circular se convierte en una manera de conseguirlo. 

La economía circular es una estrategia que tiene por objetivo reducir tanto la entrada de los materiales vírgenes como la producción de desechos para crear un sistema económico más sostenible y respetuoso con el planeta. 

Búsqueda de la sostenibilidad

Este sistema se basa en un modelo de producción y consumo que implica una serie de procedimientos para conseguir la sostenibilidad del modelo como compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido. De esta forma, se consigue que el ciclo de vida de los productos se extienda y amplíe en el tiempo.