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La prórroga

Rivera sacaría el segundo diputado

Rivera sacaría el segundo diputado

La sudoración de Albert Rivera ha entrado en campaña. Es lo malo de anular elecciones, que cuesta tomarse en serio la siguiente convocatoria. Las gotas que perlaban el rostro del efebócrata de Ciudadanos componen el argumento ideológico más relevante de su debate con Pablo Iglesias. En esta convocatoria ha subido el nivel. De la perspiración.

Rivera ha iniciado la campaña en la geografía ideal para calibrar su problema de sudoración. Mallorca en junio supera en humedad a la acogida que la derecha tradicional brinda a Ciudadanos, para acabar votándolos mucho menos de lo prometido. Si el político cumplimentó su itinerario por la sauna mallorquina sin la urgencia de pasar por la secadora, está preparado para participar en las elecciones sin que sus humores corporales acaparen la atención de los analistas.

Ya hemos deslizado en el párrafo anterior que a Rivera lo votan menos de lo anunciado. En Mallorca, sin ir más lejos. La falta de fuelle de su partido desequilibró en diciembre la hermosa simetría del 2-2-2-2, entre los cuatro partidos con representación parlamentaria en Balears. Se quedó en un modesto 1, para alivio de los populares. Tampoco había funcionado correctamente Ciudadanos en las autonómicas del año pasado. Pueden esgrimirse argumentos variados para explicar el desinflamiento. El más evidente apunta a la deficiente elección de candidatos, que desde luego no perspiran. Ni respiran siquiera.

La influencia del número uno no se reparte de modo homogéneo por la geografía. Si Rajoy se colocara al frente de la lista del PP por Balears, su partido no sumaría ni un escaño ni un voto adicional. En cambio, si Rivera encabezara la lista de Ciudadanos en esta comunidad, tendría garantizado el segundo diputado. Lo cual habla muy bien del liderazgo personal del catalán, pero muy mal de su habilidad para confeccionar equipos ganadores. O tal vez lo hace adrede. Rivera mejoraría los resultados de su formación en cada circunscripción, pero las listas provinciales se inventaron para anular a los políticos con carisma.

Rivera coincide en Mallorca con Cospedal, una gobernante en la que se demuestra que la corrupción masiva de un partido acaba por lesionar el atractivo físico indiscutible de sus dirigentes. Los partidos renovadores son capitaneados por sus figuras más relevantes, la depuesta presidenta de Castilla-La Mancha solo alcanza a segundona del peor candidato de la historia del PP. Sin embargo, lo relevante para este artículo es que Iglesias carga con la fama de autócrata, pero el personalista Rivera es el único español que mira mal a Inés Arrimadas porque mejora sus resultados.

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