Hasta 2030

La promesa del ‘megaplán’ verde de Sánchez de ahorrar dos años enteros de quemar petróleo y gas

La nueva versión del PNIEC calcula que la economía española puede reducir esta década su consumo de combustibles fósiles en más de 100 millones de toneladas y recortar las importaciones en 90.000 millones de euros.

La promesa del ‘megaplán’ verde de Sánchez de ahorrar dos años enteros de quemar petróleo y gas

La promesa del ‘megaplán’ verde de Sánchez de ahorrar dos años enteros de quemar petróleo y gas

David Page

El Gobierno de Pedro Sánchez redobla su apuesta verde en plena precampaña electoral. El Ejecutivo envió la semana pasada la Comisión Europea un nueva versión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), la hoja de ruta energética y ambiental hasta 2030 para avanzar en la descarbonización de la economía nacional y que plantea objetivos verdes mucho más ambiciosos que los del plan vigente. De momento es un borrador, y la versión definitiva se definirá a lo largo del próximo año y lo hará el Gobierno que salga del 23J.

La nueva estrategia en ciernes contempla disparar el peso de las energías renovables hasta el 81% de toda la electricidad producida en 2030 (frente al 74% previsto en el PNIEC vigente, aprobado hace tres años) y hasta el 48% de toda la energía utilizada por la economía española (frente al 42% que hasta ahora se marcaba). Y al tiempo se contempla un objetivo de eficiencia energía, de reducción de consumo de energía final del 44%, frente al 41,7% que ahora estaba marcado.

Con muchas más renovables (46.000 megavatios de potencia verde extra de los hasta ahora fijados, hasta un total de 160.000 MW al final de la década) y con menos consumo energético total gracias a la eficiencia y el ahorro, el Ejecutivo calcula que la economía dará un paso de gigante para reducir el peso de las energías fósiles y mejorar así su soberanía energética, un anhelo crucial en plena crisis por la invasión de Ucrania por Rusia.

Dos años de diez

El plan del Gobierno contempla reducir la dependencia energética del país hasta sólo el 51% del consumo, frente al 74% del año pasado y el 61% que establece la actual versión del PNIEC para 2030. Y esto pasa por recortar de manera sustancial el consumo de energías fósiles en los próximos años y, con ello, rebajar la enorme factura milmillonaria de compras de petróleo, gas y carbón a otros países que soporta la economía española.

El Gobierno augura que, con el centenar de medidas contempladas en el nuevo PNIEC, España puede reducir su consumo de combustibles fósiles desde los 60 millones de toneladas equivalentes de petróleo de 2019 hasta los 40 millones de toneladas en 2030. Las estimaciones que maneja el Ministerio para la Transición Ecológica es que la economía nacional puede ahorrarse un total de 102 millones de toneladas de combustibles fósiles durante esta década (esto es, 1,7 años con el consumo actual o 2,5 años del consumo previsto para el final de la década).

La nueva hoja de ruta anticipa que, gracias al recorte de la dependencia energética, España reducirá durante esta década 90.700 millones de euros las importaciones de petróleo y derivados, de gas natural y de carbón. Según los datos de la Secretaría de Estado de Comercio, en los últimos diez años, el importe medio anual de las compras en el exterior de combustibles fósiles ha sido de unos 47.000 millones de euros, así que el Ejecutivo de Sánchez también promete con sus medidas ahorrar casi dos años de importaciones de crudo, gas y carbón en base a la senda de precios prevista por la Comisión Europea para los próximos años.

Crecimiento del PIB y del empleo

La mayor ambición de los objetivos del PNIEC hace que también se dispare la contribución estimada al crecimiento del PIB y del empleo. El nuevo cuadro de previsiones augura un impacto 2,5 puntos porcentuales adicionales de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB), a razón de unos 34.700 millones extra cada año, un 35% por encima de la anterior senda calculada. Y, en paralelo, se prevé alcanzar 522.000 puestos de trabajo nuevos en 2030 en relación al escenario tendencial de la propia economía española (frente a los 348.000 estimados en la versión actual del plan).

“Los objetivos reforzados del Plan hacen que el impacto en la economía sea mayor, gracias a las mayores inversiones previstas, a la aportación de los fondos europeos (que no se contemplaban en el anterior PNIEC) y al efecto del denominado ‘cambio energético”, resume Mikel González-Eguino, investigador de BC3 (Basque Center for Climate Change), profesor de la Universidad del País Vasco y uno de los grandes responsables de las estimaciones de impacto socioeconómico del nuevo PNIEC.

El plan que deja el Gobierno de Pedro Sánchez calcula ahora que harán falta ejecutar durante esta década (de 2021 a 2030) un total de 294.000 millones de euros de inversiones para alcanzar todos los objetivos, con un incremento del 22% en relación a los 242.000 millones previstos en la anterior versión del PNIEC ahora en vigor (con 53.000 millones adicionales) con el consiguiente mayor impacto económico.

Ahorro para invertir más

El efecto del “cambio energético” recoge el impulso económico derivado, por un lado, del ahorro generado en la factura energética de empresas y familias, lo que libera recursos para otros gastos en bienes, servicios o inversiones; por otro, porque el cambio de mix energético, sustituyendo combustibles fósiles por renovables autóctonas “reducen el precio de la electricidad” y genera mayor “valor añadido a la economía nacional por la menor dependencia energética del exterior y por impulsar la industria verde local”.

El Gobierno calcula en el nuevo borrador del PNIEC que el 85% de todas las inversiones serán privadas (250.000 millones euros), frente al 15% de las inversiones públicas (44.000 millones); y de estas últimas la mayor parte serán financiadas con los fondos europeos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (unos 32.000 millones).

“En la anterior versión del Plan las Administraciones aportaban toda la inversión pública, con la inyección de fondos europeos se libera parte de los presupuestos públicos para otras inversiones para impulsar la economía, sin suponer un riesgo par ala estabilidad presupuestarias y para elevar el déficit público”, resume González-Eguino.