El presidente de EE UU, Barack Obama, concluyó ayer con una visita al Buda de Kamakura (Japón) su gira por cuatro países de Asia en la que cosechó logros en la proyección de la imagen de su país en el continente y reveses en sus objetivos económicos.

"Es magnífico volver a este gran tesoro de la cultura japonesa. Su belleza ha permanecido conmigo durante muchos años", indicó Obama, quien en repetidas ocasiones ha hablado del impacto que le causó la gran estatua, que su madre le llevó a ver cuando él tenía apenas seis años.

La etapa ponía de manifiesto algo que quedó en evidencia a lo largo del viaje: el uso de su historia personal para promover un mejor entendimiento con una región que concentra la mitad de la población y la riqueza mundial.