El algodón no engaña. Y si hablamos de baloncesto podemos añadir que las estadísticas tampoco. Reconozco que los fríos números de una estadística generalmente necesitan una interpretación e incluso una traducción. Sin duda, interpretar una estadística puede llegar a ser un arte. Hoy no toca interpretar la estadística del partido que el Palmer Alma Mediterránea Palma jugó el viernes en Madrid. Simplemente comentar que hay un dato que, en sí mismo, aporta mucha luz y no necesita ninguna interpretación. El de la anotación en cada período (16-21, 34-14, 24-29, 17-19). El conjunto de Ciutat ganó tres de los cuatro cuartos, pero en el segundo encajó 34 puntos. Demasiados puntos.
En estos momentos el Palmer Palma es un equipo irregular, que entremezcla momentos excelentes con otros caóticos. No hay que olvidar que el del viernes fue el primer partido de la liga, pero curiosamente en el disputado como preparación hace unas semanas contra el Menorca pasó algo parecido. El equipo recibió 56 puntos en dos períodos, excesivo. Aspirar a la victoria con estos altibajos resulta posible, pero más difícil. Un equipo discontinuo e intermitente conseguirá victorias a priori imposibles, pero también derrotas inesperadas. Cierto es que el equipo se encuentra en período de construcción. También lo es que las lesiones, las bajas y los cambios de plantilla de último momento dificultan su progreso y consolidación –el propio Pepe Laso reconocía hace unos días que se empezará a ver al equipo que todos esperamos a partir de la sexta jornada–. Ahora bien, cuanto más regular sea el equipo, cuanto más suprima esas desconexiones excesivamente prolongadas y muy acentuadas durante los partidos, que favorecen la anotación de los rivales, más fiable, sólido y consistente será. En definitiva, mejor equipo y más competitivo será.
