Estimado y siempre árbitro,
Biel Alemany:
la extraordinaria conclusión a la que llegas en tu artículo del lunes 17 de febrero en este diario, titulado 'Jugar sin brazos', viendo algunos aspectos del fútbol y el arbitraje del momento presente, se me queda corto como bien te puedes imaginar conociéndome desde hace ya un puñado de años en los que compartimos muchas horas y tardes de fútbol radiofónico.
Y digo que se me queda corto porque hay momentos, partidos y situaciones en los que, por mi cuenta y riesgo, yo titularía si fuera posible 'Jugar sin árbitros'.
Ya sé que es imposible y que no puede ser, aunque he llegado a planteármelo después de asistir partido tras partido a los disparates encadenados entre los árbitros de campo y lo del VAR. Si antes teníamos un problema ahora tenemos dos por la sencilla razón de la mala aplicación que se está haciendo del sistema tecnológico.
Sé que mi propuesta es inviable, aunque no tanto como sería 'Jugar sin balón' o 'Jugar sin jugadores'.
Estamos asistiendo a una de las mayores razones del ilustre Cervantes en boca de Don Quijote con aquello de "la razón de la sinrazón, que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura"; frase aplicable hoy a Velasco Carballo y la 'fermosura' del VAR.
