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Tenis

El día en que Rafa Nadal fue humano

El manacorí rompe a llorar tras su épica victoria ante el ruso Medvedev y después de un extenuante partido resuelto en cinco sets tras casi cinco horas de lucha

Nadal no puede contener las lágrimas nada más proclamarse campeón del Abierto de Estados Unidos. Reuters

Fue uno de los momentos de la final. Cuando al filo de las tres y media de la madrugada -nueve y media de la noche en Nueva York-Rafel Nadal vio cómo la pelota de Medvedev traspasaba la línea de fondo, se tiró como tantas otras veces al suelo, emocionado por la nueva gesta que acababa de conseguir. Había ganado un partido imposible, en el que estuvo muy cerca de perderlo por la gran resistencia que opuso su joven rival, de solo 23 años, la gran sensación del verano, con cuatro finales consecutivas y un título, el de Cincinnati.

Nadal se levantó en dirección a Medvedev que, muy deportivamente, aceptó la derrota. Cuando se dirigía a saludar a su rival no pudo ocultar su emoción, por el título, el decimonoveno grande de su carrera, y por el gran esfuerzo realizado, por momentos sobrehumano, tal fue el nivel de exigencia del partido.

Poco después, en la ceremonia de entrega de trofeos, Nadal se volvió a emocionar, hasta el punto de tener que interrumpir brevemente la entrevista ante el público, para luego tomar el micrófono y dar de forma insistente las "gracias" a los aficionados neoyorquinos por su apoyo. Otro de los momentos culminantes fue cuando, sentado, mientras esperaba que diera comienzo la ceremonia de entrega de trofeos, al manacorí se le humedecieron los ojos mientras visionaba en las pantallas de la gigantesca pista Arthur Ashe, la más grande del mundo con capacidad para 24.000 espectadores, el momento de sus victorias en cada uno de los diecinueve grandes que desde el domingo figuran en su palmarés. Diecinueve títulos conquistados en quince años, desde que ganara el primero en Roland Garros en 2005. Se cubrió la cara con sus manos, incapaz de contener la emoción por los logros conseguidos y, sobre todo, por lo que acababa de lograr.

La emoción del mallorquín no pasó desapercibida para nadie, tampoco para la secretaria de Estado para el Deporte María José Rienda: "Ha sido impresionante. Creo que las lágrimas de Rafa lo dicen todo, que cuesta mucho poder llegar a lo más alto y él lo ha hecho. Otra vez lo ha conseguido, es algo increíble lo que está haciendo", señaló.

El paso de los años convierte a Nadal en un jugador diferente. Ni mejor ni peor. Con las carencias propias del paso de los años -acabó el partido sin fuerzas ante un rival con diez años menos-, pero con virtudes como la experiencia y el saber estar en los momentos comprometidos, que hubo muchos durante la final.

Con el título de Nueva York ya es el tenista con más de 30 años que más grandes (cinco) ha ganado; igualaba hasta el domingo con Djokovic, Federer, Rod Laver, Ken Rosewall y Andre Agassi. Por primera vez en su carrera, el mallorquín ha conseguido llegar a tres finales del Grand Slam (Australia, Roland Garros y US Open) y una semifinal (Wimbledon) en el mismo año. Con 31 recién cumplidos se impuso en Roland Garros y US Open, la misma gesta que este año. Y en 2018 no faltó a su cita con el torneo grande de tierra, que ha conquistado en doce ocasiones.

Federer y Djokovic, los únicos jugadores en activo en esta particular clasificación, suman cuatro títulos cada uno una vez cumplida la treintena. El suizo se impuso con 31 años en Wimbledon, con 36 repitió en Londres y añadió Australia y, el año pasado, repitió título en Melbourne. Estuvo a punto de sumar un nuevo título en Wimbledon el pasado mes de julio, pero desperdició dos pelotas de partido ante Djokovic.

El serbio se impuso el año pasado, con 31 años, en Wimbledon y US Open, y en este en Australia, por séptima vez en su carrera, y en el All England Tennis Club. Desde el domingo, Nadal ha roto el empate.

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