En el deporte, sobre todo el de elite, abundan más las sonrisas que las lágrimas. Es la cara A de la vida. Pero Marga Crespí, la multilaureada nadadora de sincronizada, ha mostrado que también existe la cara B, el lado más negro del deportista. Hemos visto ejemplos de futbolistas, baloncestistas o ciclistas que, estando en la cresta de la ola, han caído en picado por las drogas o el alcohol, como Maradona, Best o Pantani, entre otros muchos. Pero pocas veces, por no decir nunca, se ha visto a un deportista, una deportista en este caso, que denuncie situaciones de maltrato. Marga Crespí, en un gesto que le honra, ha dado el primer paso. Su drama personal convierte en más meritorio todo lo que ha conseguido, que no es poco.
Opinión