Lo de Cata Coll, además de para quitarse el sombrero, es un 'rara avis' en el mundo del deporte. Pocos casos habrá como el de esta menuda mallorquina que, militando en un club de Segunda División, el entrañable Collerense, sea titular en dos categorías con la selección española. Con el título mundial sub 17 conseguido el sábado frente a México, con el añadido de ser elegida la mejor portera del campeonato, pone brillante colofón a un 2018 que no olvidará en su vida. Previamente, se proclamó campeona de Europa sub 17 y subcampeona del mundo sub 20 junto a la también mallorquina Patri Guijarro.
Tiene más mérito su trayectoria por el hecho de que una de las guardametas que compiten con ella por la titularidad en el combinado español es la hija de la seleccionadora, Toña Is, lo que dice mucho y bien de la entrenadora, que no atiende a parentescos y sí a aspectos estrictamente profesionales.
Sería injusto no mencionar en este éxito sin precedentes del deporte femenino mallorquín a la persona que ha estado al lado de Cata Coll, Pablo Roca, que ha pulido a un diamante en bruto y que ha contribuido como nadie a que la guardameta del Collerense sea el sueño de los mejores clubes españoles. Aparentemente con todo en contra, Cata ha logrado lo máximo. Nadie le ha regalado nada. Y su pericia bajo los palos le ha llevado a la cumbre con solo 17 años. Es sin duda el triunfo de la modestia.
El Mallorca se consolida entre los mejores de la categoría. En Reus sumó el sábado su segunda victoria consecutiva y segunda a domicilio, lo que era su asignatura pendiente. El equipo de Moreno aprovechó media hora de indiscutible autoridad para ganar el duelo. Este equipo, que necesita la máxima tensión posible, transmite casi todo lo que le ha faltado durante el último lustro: compromiso total, actividad constante, energía competitiva y recursos futbolísticos más que estimables. Sin Pedraza ni Salva Sevilla por primera vez, el equipo supo buscarse la vida por su cuenta.
Y si hay un futbolista que, tras el traumático descenso a Segunda B, ha sabido darle la vuelta a la tortilla, ese ha sido Antonio Raíllo. El central cordobés ha pasado de ser increpado en el primer entrenamiento del equipo en la categoría de bronce a idolatrado por una afición a la que ha sabido meterse en el bolsillo. Raíllo no es un esteta, pero tiene precisión en la pegada larga, se defiende en el juego corto, comete pocos errores, gana la mayoría de los balones divididos y es impecable en el juego aéreo, como demostró el sábado cuando, en el minuto 58, voló para despejar un balón que se colaba en la portería de Parera. Además, añade una formidable presencia de ánimo en los malos momentos, que por raro que parezca, también ha habido. Resulta muy difícil jugar junto a Raíllo sin impregnarse de su ejemplar actitud.
Jornada exitosa. Pocas veces se dará una jornada como la de este fin de semana para el deporte mallorquín. A la victoria del Mallorca y el título mundial de Cata Coll hay que añadir el agónico triunfo del Atlético Baleares que le mantiene arriba; el meritorio empate del Palma Futsal en la difícil pista del Jaén Paraíso Interior, que le desbanca del liderato; la tercera victoria consecutiva del Iberojet Palma y la del Urbia en la Superliga de voleibol.
La gotera de la vergüenza. El Ajuntament de Bunyola ha reaccionado tarde y mal tras la grave lesión de una jugadora del Viubasquet cadete por una gotera que no cesa en el Pabellón Joan Pericás. Seguirá.
