Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez y once veces se ha repetido la imagen de ayer cuando Nadal consiguió el punto de partido. El campeonísimo de Manacor, esta vez con los brazos en alto y con la mirada dirigida al box donde se ubica su familia, exhibió una sonrisa infinita. Aparte de los orgullosos padres, Sebastià y Aina Maria, las mayores felicitaciones se las llevó Carlos Moyá, el sucesor de Toni Nadal.

Las lágrimas de emoción eran visibles en la hermana del tenista, Maria Isabel, y en la pareja de Rafel, Xisca Perelló, que no pudo disimular sus nervios cuando llegaron los calambres a la muñeca de su novio. También estaban con una sonrisa de oreja a oreja los tíos Rafel y Miquel Àngel, que rara vez se han perdido el partido decisivo de su sobrino en París. Y, cómo no, el tío Toni, para quien Moyá tuvo el detalle de dejarle sentar donde siempre lo ha hecho, el asiento que da al pasillo en la primera fila. Junto a Toni, el equipo del tenista: el fisio Rafel Maymó, el jefe de prensa Benito Pérez Barbadillo, el doctor Ángel Ruiz Cotorro, el agente Nike del jugador Jordi Robert ´Tuts´ y el agente del jugador, Carlos Costa, comentando la jugada con Moyá.

Como cada año, quien estuvo junto a la familia fue Pau Gasol. El jugador de San Antonio Spurs fue fiel a su cita con su amigo Rafel. Hizo su aparición justo al acabar el primer juego en compañía de su novia y se llevó una gran ovación. Pero para ovación, la que se llevó el exentrenador del Real Madrid Zinedine Zidane, que se supo que estaba en la grada porque apareció en la pantalla gigante, seguramente muy a su pesar.

En el palco de autoridades se estrenó el nuevo flamante ministro de Cultura y Deportes, Màxim Huerta, que asistió a su primer acto como miembro del Gabinete de Pedro Sánchez. A su lado, la presidenta del Govern Balear Francina Armengol que, como el año pasado, no quiso perderse el evento, y el embajador de España en París Fernando Carderera. Presenciaron el partido junto al presidente de la Federación Francesa de Tenis, Bernard Giudicelli. No hubo, como el año pasado, ningún representante de la Casa Real, cuando acudió el rey emérito Juan Carlos, testigo del décimo título de Nadal.

Otro clásico de Roland Garros es Manolo Santana. A sus 80 años, disfrutó de la enésima gesta de Rafel. Estuvo acompañado de otros campeones aquí, como Rosewall, Kodes, Panatta, Pietrangeli o Kuerten. Otros que no quisieron perdérselo fueron Hristo Stoichkov, amigo del tenista y de su tío Miquel Àngel, con quien coincidió en el Barcelona, ni el también exazulgrana Laurent Blanc.

Quien no estuvo en la final fue al excampeón del mundo de los pesos pesados, el norteamericano Mike Tyson, a quien se le ha visto en Roland Garros en los partidos de su compatriota Sloane Stephens, que el sábado perdió la final femenina ante la rumana Simona Halep. Ni tampoco al actor norteamericano Woody Harrelson, el cordial camarero de la serie televisiva de los 80 Cheers y a punto de estrenar la película Venom. También faltó el exfutbolista, entre otros, del Chelsea, Didier Drogba, quien también ha presenciado algunos partidos durante el torneo.

La felicidad, un año más, ha sido completa. El gran objetivo de la temporada ya está en el saco. Ahora, a pensar en Wimbledon. Ya habrá tiempo de centrarse en el duodécimo título en París.