El Mundial de MotoGP lleva muchos años acostumbrado a la meticulosidad, exigencia, profesionalidad, pureza de trazada y vals en la pista con el mallorquín Jorge Lorenzo, nacido en Palma hace ya 31 años. El Mundial de MotoGP hace meses que se ha fijado en otro palmesano que provoca la envidia de un montón de fábricas y equipos oficiales. Se trata de Joan Mir, cuya determinación en la pista, silencio sepulcral y estilo catedralicio le han convertido en pretendiente de tres poderosísimas motos oficiales de la categoría 'reina'. Mientras la estrella de Lorenzo se apaga, decrece, la de Mir no cesa de crecer, de aumentar su luz.

Ni son vidas paralelas, ni han tenido mucho que ver por más que papá 'Chicho' Lorenzo también le echara una mano a Mir en sus inicios. Y se le nota, sí. La vida y carrera de Lorenzo ha sufrido tantos altibajos, tantos problemas, tantas peleas, tantos sinsabores que se podría decir que Jorge es un superviviente de ese mundo, cuya impresionante personalidad y pilotaje aumenta su valor al ver lo que ha conseguido en medio de tantos problemas y disgustos.

Lo de Mir es otra cosa. Lo de Mir, vigilado por papá, mimado por mamá y asesorado por gente que sabe lo que se lleva entre manos (por ejemplo, el abogado Paco Sánchez), da la sensación de ser un libro de estilo de cómo deben hacerse las cosas en este complicado mundo de las carreras, donde tan importante es ser fuerte y frío en la pista como pillo e inteligente fuera de ella. Creíamos que nadie haría las cosas tan bien como Marc Márquez y su manager, Emilio Alzamora, pero la trayectoria de Mir empieza a ser similar.

Lorenzo, de 31 años, suma cinco títulos mundiales, tres de ellos de MotoGP, conquistados (¡y eso tiene un valor incalculable!) con la misma Yamaha que Valentino Rossi y en su mismo box. De los 273 grandes premios que ha disputado, ha ganado 65 (Marc Márquez, que en Le Mans sumó la nº 64 de su espectacular carrera, está a solo un triunfo de la marca de Jorge), ha logrado idéntico número de 'poles' y se ha subido 148 veces al podio, la mitad de las veces que ha corrido. Mir, con 11 años menos, tiene un título de Moto3 logrado, el pasado año, arrasando, ha corrido 42 carreras, ganado 11, solo tiene dos 'poles', no es hombre de vuelta rápida, no, y se ha subido al podio en 17 ocasiones.

El año 2018 es vital, poco menos que decisivo, para estos dos pilotos mallorquines, que deberían ser, que lo son, el orgullo deportivo de la isla. Lorenzo, que firmó un contrato, según dicen, de 25 millones de euros por dos temporadas con Ducati, propiedad de Audi y patrocinada por la poderosa compañía de tabaco Phillip Morris, se encuentra, tras la quinta carrera de la temporada, en el mismo punto que el año pasado, en la zona media del pelotón de MotoGP, superado por varios pilotos privados. Y, lo que es peor, tras 23 carreras a lomos de su poderosa 'Desmosedici' asegura que es agotadora, insoportable físicamente (todo el mundo sabía que la Ducati era una 'destroza pilotos') y que vive desesperado.

Su mala relación con el jefe de filas y subcampeón del mundo de MotoGP, Andrea Dovizioso, ha hecho que todo el mundo lo crea ya fuera de la estructura de la escudería de Borgo Panigale. Es más, 'Dovi' se ha atrevido a decir, en una de las conferencias de prensa de Le Mans, que él apostaría por Danilo Petrucci o Jack Miller "para ocupar la plaza de Lorenzo". Y, segundos después, añadió, diría que con cierta ironía: "Bueno, aunque si Lorenzo renueva, por mí, estupendo". Y, no, Lorenzo no tiene pinta de renovar por Ducati, que quiere conocer su respuesta definitiva dentro de dos carreras, en Montmeló (Barcelona).

El problema es que Ducati le está ofreciendo a Lorenzo el contrato (o similar) que le presentaron e hicieron firmar, en 24 horas, a 'Dovi', cuando necesitaron los millones del italiano para pagar a Lorenzo. Ahora, necesitan el dinero de Lorenzo (o parte) para renovar al subcampeón italiano. Lorenzo, pues, debería renovar a la baja (a lo sumo dos o tres millones de fijo y primas por ganar carreras) y no piensa hacerlo.

Los que saben de carreras, los que llevan años en el micromundo del 'paddock', consideran que la situación de Lorenzo es idéntica a la vivida, a finales del 2012, por el monstruo Valentino Rossi cuando, con idéntica idea y reto (ser el piloto que devolviera a Ducati a lo más alto del podio), vivió dos años desesperantes (tres miserables podios, dos 2º y un 3º, en 35 carreras, cero victorias) y, humilde él, pidió a Yamaha que lo repescase, cosa que la firma de los diapasones hizo con un contrato ínfimo y exigiéndole, además, más días de entrenamiento, de test e, incluso, más días para utilizarlo en los eventos del equipo. Rossi, que no tenía otra cosa, lo firmó todo sin rechistar y ahí sigue.

Esa posibilidad, la de reconocer errores públicamente (o no, no sé si el orgullo de Lorenzo le permitiría una conferencia de prensa a tumba abierta), demostrar la humildad de un campeonísimo y aceptar una ficha pequeña para poder remontar el vuelo con una moto que se adapte mejor a su finísimo estilo (y la Suzuki actual parece hecha a su imagen y semejanza), es la que estaría meditando el mallorquín, que para firmar por la firma azul podría contar con la ayuda de su patrocinador personal, Monster, que se ha quedado sin equipo en la parrilla de MotoGP, pues Tech3, el 'team satélite' de Yamaha, se ha pasado a KTM?Red Bull, incompatible con otra bebida de campeones.

En medio de todo este lio, enorme, pues estamos hablando del futuro de uno de los pilotos que más admiración ha provocado en la última década, hay quien piensa, en el entorno más cercano de Lorenzo, que el mallorquín también medita colgar el casco y retirarse. Desde luego, lo que no hará (y lo dijo, en Le Mans, respondiendo a una pregunta de un periodista de la web Motorsport.com) es tomarse un año sabático.

En el otro lado de la balanza, está el presente y futuro de Mir, al que le encantaría conquistar, como hizo en Moto3, el título de la categoría intermedia antes de dar el salto a MotoGP. Pero, como la prioridad absoluta es MotoGP, Mir ya ha decidido que el año que viene correrá entre los 'reyes'. La razón no es otra que, en estos momentos, sobre la mesa de despacho de Paco Sánchez, su asesor, hay, si no ofertas en firme, sí tres cartas de intenciones de Ducati, Honda y Suzuki, que quieren a Mir.

Es evidente que las tres motos son grandes motos, así que, firme por quien firme, logrará una moto muy competitiva. Motorsport.com dice que Mir tiene un preacuerdo con Honda, pero el italiano Carlo Pernat, manager de Andrea Iannone, estrella de Suzuki y, por tanto, alguien que está metido en el ajo, dice que el preacuerdo es con Suzuki y que si Honda le ofrece la misma ficha, Mir puede cambiar e irse a la firma alada, pues tiene una cláusula de escape que se lo permite. De cualquier forma, Mir está en el mercado pero, eso sí, pendiente de los movimientos, especialmente, de Lorenzo, Ducati, Iannone y Suzuki.

Hay quien maneja una posibilidad que, ciertamente, sería sumamente tentadora para Joan Mir y es que Alberto Puig, nuevo director deportivo de Honda, y los responsables del equipo alado, le otorguen un último año de prórroga a Dani Pedrosa, que lleva 13 años intentando ser campeón con esa moto, y le pidan a Mir que siga en Moto2 un año más, asegurándole un contrato de dos temporadas (2020 y 2021) con la RC213V de Pedrosa.

Esa opción, además, permitiría a Mir aspirar al título de la cilindrada media la próxima temporada, cuando las motos cambien el motor Honda por el Triumph, cosa que él considera sería un problema.