El fútbol ha mostrado su repulsa a la violencia con un minuto de silencio en los campos tras la muerte de un agente de la policía autónoma vasca, que se vio involucrado en los incidentes que rodearon al partido de Liga Europa disputado el pasado jueves en Bilbao entre el Athletic y el Spartak de Moscú, un hecho que no debería protagonizar las crónicas deportivas pero que lo ha hecho por desgracia. Y es que quien tiene la responsabilidad de que hechos como este no se produzcan no ha actuado como debe. Solo por citar el caso de Bilbao, los sindicatos de la Ertzaintza aseguran que llevamos ocho años con partidos internacionales en la capital vasca en los que se han producido incidentes con heridos graves, con gente apuñalada, con fracturas. Esos hechos se reproducen partido tras partido y las instituciones y los responsables políticos no adoptan medidas.
El fútbol no puede permitirse la existencia de aficionados como los ultras del Spartak de Moscú o como los de Herri Norte del Athletic, que estuvieron detrás de lo ocurrido en Bilbao. En España, solo Florentino con los Ultra Sur y Laporta con los Boixos Nois, se tomaron en serio la necesidad de erradicar de las gradas de sus estadios a los grupos violentos, pero en muchos equipos de España se hace la vista gorda y cuando ocurre una desgracia empiezan a rasgarse las vestiduras.
Los ministerios del Interior de los países europeos han de tener controlados a estos violentos, a los que no se puede llamar aficionados, y los clubes han de vetarles la entrada, los desplazamientos y hacerles el vacío más completo. La FIFA ha de actuar de forma urgente, vía sanciones o expulsiones de la competición de los equipos que incumplan. Uno tiembla pensando lo que puede pasar en el Mundial de Rusia si recuerda las imágenes de los aficionados ultras de este país en el anterior campeonato celebrado en Francia.
un correctivo en toda regla
El Mallorca salió ayer vapuleado de su visita a Cornellà, un equipo que está en la zona alta de la tabla y que supo afrontar el partido de ayer con una solvencia inesperada. No cabe ninguna excusa por las bajas de Sastre, Salva Sevilla o Álex López, por citar algunas, pues la plantilla del Mallorca es infinitamente superior a la de los catalanes. Basta ver los jugadores que saltaron al campo desde el banquillo. El Mallorca no supo adaptar en ningún momento su fútbol a la superficie y se mostró muy inferior a su rival. Para fortuna de los de Son Moix, este es el último partido que les queda a los de Moreno en césped artificial hasta el final de Liga y además, si hablamos de sus principales rivales en la tabla, el Villarreal no pasó del empate y el Elche cayó en su visita a Ontinyent, por lo que la ventaja de los rojillos sobre el segundo sigue estando en los nueve puntos.
otra oportunidad desperdiciada
Mal pintan las cosas en la Vía de Cintura tras un nuevo tropiezo del Atlético Baleares que no fue capaz otra vez de ganar un partido en el que se había puesto por delante. La igualada ante el Sabadell es muy poco bagaje para un conjunto que precisa sumar de tres en tres antes de que la desventaja que tiene en la tabla sobre la línea de la salvación sea inalcanzable.
Los de Manix Mandiola se pusieron por delante con un penalti, lo que debería haber anulado cualquier ansiedad existente. Lo que ocurrió no fue esto e incluso jugando con uno más no supieron mantener la ventaja y encajaron un gol que les privó de una victoria que se hace insoslayable a estas alturas. Dicen que las dinámicas explican muchas veces los resultados que se producen en el fútbol y la del Atlético Baleares no conduce más que hacia la Tercera División. Los blanquiazules son el peor equipo de la Liga si tomamos los últimos cinco y diez partidos, con la excepción del Aragón, casi virtualmente descendido. Todo un síntoma.
