No pasa nada, o mejor dicho, solo pasan las semanas, una tras otra, y nada cambia. El Real Mallorca sigue a lo suyo, es decir, ganando partidos uno tras otro mientras que el Atlético Baleares continúa sin ganar en casa y salvando los muebles con empates que a veces saben a poco y en ocasiones saben a mucho. Lo de ayer en Son Malferit fue otro drama que no acabó en tragedia de milagro. Con el 0-2 a favor del Saguntino, el desastre era absoluto. Los blanquiazules ya juegan atenazados por el miedo, la inseguridad queda latente, el desorden marca estilo y hasta la lesión -por fortuna no grave- de Xisco la achaco a todo eso, al miedo, a la incertidumbre, a las dudas y a los malos rollos. Pero el coraje de unos jugadores que se resisten a caer en la depresión colectiva y una solución táctica de equipo pequeño consiguieron el empate y casi la victoria. Lo de Vallori como delantero desde el minuto 60 me pareció un recurso desesperado de un equipo que se descompone cada semana un poco más. Y eso que casi marca el 3-2. Por otro lado quien sí tiene recursos de verdad, tranquilidad, saber hacer y planes para cuando las cosas se tuercen es el Real Mallorca que se presentó en Lleida sin Pedraza ni Abdón y además se quedó sin Reina poco antes de empezar el partido y lo solventó todo con dos modificaciones y un cambio para acabar ganando por 0-2, un resultado que le dispara al frente de la clasificación gracias también al favor del Formentera que ganó en Elche y al Olot que le empató al Villarreal B. Solo se han consumido catorce jornadas de la competición regular y el Real Mallorca ya le saca al Atlético Baleares ¡veinte puntos! No sé si es cuestión de recursos o qué, pero los caminos de ambos equipos ya son tan dispares como distantes y la rivalidad se vuelve a ir al traste, ahora que se habían encontrado en la misma categoría. La semana que viene ¿más de lo mismo?
Análisis