Hoy se cumple una década de una marca para la historia, una más de Rafel Nadal. Con su derrota frente a Roger Federer en la final de Hamburgo (2/6, 6/2, 6/0), el tenista mallorquín puso punto y final el 20 de mayo de 2007 a la impresionante racha de 81 victorias consecutivas sobre tierra batida. Nadal cerró ante el suizo 722 días de victorias sobre polvo de ladrillo. Su última derrota en arcilla se remontaba al 8 de abril de 2005 al perder en Valencia ante el ruso Igor Andreev, dos años, un mes y doce días después.

"Si tenía que perder contra alguien había de ser contra Roger, que me ha pasado por encima a partir del segundo set", admitió el mallorquín con resignación tras recibir el trofeo de finalista.

Hasta ese día no se le había escapado ninguna de las dieciséis finales de tierra desde 2004, entre ellas dos de Roland Garros y seis de Masters 1.000. Además, la derrota ante el helvético, por aquel entonces claro dominador del circuito, fue la primera que encajaba sobre tierra ante su gran rival en las seis ocasiones que se habían enfrentado sobre esta superficie.

En sus 81 victorias -la última, conseguida en las semifinales ante el australiano Lleyton Hewitt (2/6, 6/3, 7/5) ganó a 52 tenistas diferentes de 21 países. Se impuso cinco veces a Federer, tres a Coria, Ferrer, Gaudio, González y Vliegen; a quince los derrotó en dos ocasiones y a otros 31 una vez cada uno.

Desde su primera victoria ante Monfils (11 de abril de 2005) a la 81 (Hewitt, 19 de mayo de 2007), disputó 208 sets, ganó 185 y solo cedió 23. La impresionante racha le proporcionó trece títulos, alcanzar una final y cuatro triunfos en Copa Davis.

Para hacerse una idea del alcance de la gesta que consiguió es que ningún otro jugador, en ninguna superficie, ha logrado semejante número de triunfos de forma consecutiva. Quien más se le acerca en el ránking es el checo Ivan Lendl, que entre 1981 y 1982 consiguió 65 victorias consecutivas sobre moqueta.

Federer, el mejor tenista de la historia y el más laureado sobre hierba -este año aspira a su octavos título en Wimbledon-, logró 65 triunfos seguidos sobre el verde entre 2003 y 2005, cuando su dominio en All England Tennis Club era incontestable. El suizo también posee el récord de victorias consecutivas en pista dura, con 56 triunfos entre 2005 y 2006.

Otro buen modo de calibrar la gesta de Nadal es comparándolo con dos de los mejores tenistas de todos los tiempos sobre tierra. El argentino Guillermo Vilas, a quien Nadal superó en Montecarlo como el jugador con más victorias sobre esta superficie, 50, y claro dominador sobre polvo de ladrillo en la década de los 70, encadenó 53 triunfos en 1977. El sueco Bjorn Borg, el hombre de hielo, hasta la aparición de Nadal el mejor tenista de la historia sobre tierra, aunque también se impuso cinco veces en Wimbledon, ligó 46 victorias en arcilla entre 1977 y 1979.

Cuando se impuso a Monfils en abril de 2005, en su debut en el torneo de Montecarlo, que acabaría ganando, lejos estaba Nadal de pensar que este triunfo iba a ser el primero de 81 seguidos sobre tierra batida. Sin haber cumplido todavía los 19 años, el tenista de Manacor demostró un poderío que ha sabido mantener hasta ahora, doce años después. A su victoria en Montecarlo le siguió la del Godó, ante Juan Carlos Ferrero, y Roma, frente al argentino Guillermo Coria, en una final lograda en cinco sets tras cinco horas y 14 minutos de juego y que provocó la admiración del norteamericano John McEnroe, uno de los referentes del tenis en la década de los 80: "He sido testigo de uno de los partidos más grandes que he visto en mi vida. Ha sido un privilegio", señaló. Esta victoria, la decimoséptima consecutiva, le permitió colocarse quinto del mundo antes de cumplir los 19 años, un caso de precocidad que no se veía desde Michael Chang, quien en 1989 se metió entre los cinco mejores con 17 años y cinco meses.

La prueba de fuego para Nadal era Roland Garros en su primera participación después de que el año anterior se viera obligado a renunciar. En su vigésimocuarta victoria consecutiva se impuso en la final al argentino Mariano Puerta en cuatros sets. Tras eliminar en semifinales a Federer en cinco, Nadal alzó por primera vez el trofeo con el que había soñado desde pequeño y se convertía en el primer tenista en ganar en París en el año de su debut desde que lo hiciera el sueco Mats Wilander en 1982. Fue el primer jugador desde el austriaco Thomas Muster en 1995 en ganar de forma consecutiva en Montecarlo, Barcelona, Roma y Roland Garros.

Al año siguiente se repetiría la historia. Llegó al Grand Slam de tierra de forma inmaculada, con sus triunfos en Montecarlo, Barcelona y Roma. Era el gran favorito, y no falló. Se impuso en la final a Federer en cuatro sets, en su victoria cien sobre tierra y la 60 de forma consecutiva sobre esta superficie. Quedaban 21 más, que le iban a proporcionar otros tres títulos antes de caer en la final de Hamburgo de aquel 20 de mayo de 2007. Dejó el récord en 81 victorias consecutivas, un registro de otra dimensión y que amenaza con perdurar por los siglos de los siglos. Un récord de otra galaxia. Un récord eterno.