Por segunda vez en 66 años, y en esta ocasión trece días después de su salida del Real Club Náutico de Palma, la ´Travesía de los Locos´ -a cargo de Carlos García, José Bello y Álex Aguera- desembarcó en su gran destino, que no era otro que el del Vaticano, en Roma. Atrás quedaron doce etapas de navegación en piragua, por relevos, y las 580 millas náuticas que separan la gran bahía mallorquina de la Ciudad Eterna.

La llegada a Roma de los tres palistas tuvo lugar finalmente el lunes, sobre las 14:30 horas. Para ello los protagonistas de la singular odisea tuvieron que hacer frente a la remontada del río Tíber desde su amplísima desembocadura en el Mar Tirreno, entre Ostia, al sur, y Fiumicino, al norte.

Los fondistas en el momento de completar el lunes la travesía.

Una importante ´escalada´, de unos 30 kilómetros de recorrido. Un último tramo del que sus protagonistas aseguran: "Tras nueve jornadas de paleo, uno menos de lo previsto, la última etapa ha sido diferente por completo a las anteriores. Nada de mar, todo en agua dulce. Remontando el Tiber desde su desembocadura hasta el mismísimo Vaticano".

"Los primeros 24 kilómetros los hemos superado disfrutando de la hermosa ribera del Tiber, que curiosamente presenta mucha naturaleza, especialmente aves. Con corriente en contra siempre, pero asumible para nuestras fuerzas", detalló el equipo dirigida por el ultrafondista Carlos García.

Marcelino Araujo siguió la salida en la bahía de Palma.

Meta en el Castel Sant´Angelo

"En el último tramo de ascensión del río, previo a la llegada a Roma, la remontada se endurece sustancialmente, con un incremento importante de la corriente y la obligación de superar incluso algunos rápidos. También fue necesario realizar de forma obligatoria un largo porteo ya entrando en Roma y al final, muy cansados pero contentos, llegamos a nuestro destino, el Castel Sant'Angelo, justo enfrente de la Plaza de San Pedro", resumieron los aventureros sobre su proeza.

Hasta el lunes, sólo había un único antecedente de esta histórica hazaña. Una peregrinación que llegó a buen puerto en 1950 y la protagonizaron un grupo de 18 entusiastas, e inexpertos palistas, estudiantes del SEU de Madrid, para ganarse el Jubileo. Una "auténtica locura", como la definió en Palma el 11 de julio uno de los tres supervivientes de la travesía pionera. El químico, investigador y profesor universitario Marcelino Araujo, ahora de 89 años. Y que en su día fue el más joven de los universitarios que, sin haber apenas remado antes, se hicieron a la mar el 15 de agosto de 1950 con el objetivo, colosal para la época, de partir desde Palma para llegar hasta el mismísimo Vaticano. Una enorme odisea que ya por entonces sus promotores y protagonistas bautizaron acertadamente como ´La Travesía de los Locos´. Un reto de tintes titánicos que el lunes completaron sus tres nuevos héroes, los mismos que ayer en Roma retaron a los italianos a afrontar la travesía a la inversa.