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Análisis

La enésima víctima

Gustavo Siviero se ha convertido en la enésima víctima de una clase dirigente que se cree por encima del bien y del mal. El entrenador argentino, que ha demostrado una personalidad a prueba de bomba, ha dejado de ser entrenador del Atlético Baleares precisamente por no atender a razones. Las de Ingo Volckman, que opinaba hasta de la metodología de los entrenamientos, una línea roja que los técnicos no pueden permitir que se traspase.

Si el dueño del Atlético Baleares pensaba que a finales de noviembre el equipo estaría con pie y medio en Segunda está muy equivocado. Es verdad que ha hecho un gran esfuerzo por confeccionar un equipo competitivo y que el grupo de Siviero hace un mes que no conoce la victoria, pero también lo es que todavía puede aspirar a todo. Destituciones difíciles de justificar -aunque Volckman no lo necesite- son muy peligrosas. Siviero era apreciado por los jugadores y la afición, que habrá que ver cómo responde a su abrupta salida. La profesión de entrenador es cada vez más endeble. Además de a los resultados, han de estar pendientes de los caprichos de los dirigentes.

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