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Análisis: Manita en el Bernabéu, por Emilio Pérez de Rozas

Análisis: Manita en el Bernabéu, por Emilio Pérez de Rozas

Era como si estuviese en el colegio y prometiese no volver a hacerlo. Lorenzo tropezó ayer cuando menos se lo esperaba. Lo tenía todo, todo, todo, a su favor para salir de Misano como líder del Mundial de MotoGP y, a falta de cinco carreras, convertirse en el gran favorito al título. Rossi se había equivocado y, por miedoso, por conservador, fue el que más tarde entró a cambiar, por segunda vez, de moto. Esta vez de mojado a seco. Y, cuando regresó a la pista, era quinto. Nada que hacer. Adiós liderato. Pero, no. Márquez había entrado dos vueltas antes y les ganó por la mano. Lorenzo, en la siguiente, y era segundo fácil.

"Pero me pasó volando Redding y pensé ´Jorge, vas parado´ Apreté y los neumáticos, recién salido del box, estaban fríos. Y me caí", reconoció el mallorquín. Jorge sabe que aún queda mucho campeonato, pero recuerda que "Valentino está teniendo toda la suerte que nos está faltando a Marc y a mí. Hace podio y salva los muebles cuando ni siquiera tiene posibilidades".

Mientras, en el box de Márquez se lo pasaron en grande. Jamás lo reconocerán en público. Ni tienen necesidad alguna de hacerlo. Pero se les vio gritar y protestar cuando Valentino Rossi le hizo aquella jugarreta a su chico, a su amigo, a su bicampeón, a Marc Márquez, en Argentina y el nen rodó por los suelos. Y, poco después, en Assen, en la mismísima catedral, volvieron a maldecir al Doctor cuando repitió artimaña, trazando por la tangente la chicane de la catedral y derrotando a su chico. No estoy hablando de complot, pero se la tenían jurada, a su manera, al mito azzurri, al ídolo del mundo mundial.

Italia, Misano, el jardín de Rossi, como le llaman, podía ser el lugar ideal para maquinar algo grande: ganarle ante 92.315 feligreses amarillos. Y, no solo lo consiguió Márquez, de forma individual con un pilotaje magistral, en seco, en mojado, entrando con todos a cambiar su moto de seco por agua y entrando solo, antes que los magnificos, a sustituir su máquina de mojado por, de nuevo, la de seco. De ahí que decidiesen colgarse todos, todos, del muro para recibir a su chico cuando cruzó la meta a una rueda. Ahí estaban, agarrados a la verja, Santi Hernández, Carlos Liñán, Jordi Castellá, Carlo Luzzi, Javi Ortiz, Hugo Bucher, Andrea Bruntti Mondo, Roberto Clerici Ginetto y Héctor Martín. Los mismos que se comieron el marrón de Phillip Island. Los bicampeones de MotoGP. Alguno, incluso, tricampeones, pues ya estaban en Moto2. "Ha sido como ir al Bernabéu y ganar 0-5. Vinimos a casa de Valentino y le ganamos por goleada", cuenta uno de ellos. "Porque goleada es que Marc gane y Rossi quedé 5º. Ves, 0-5", explica otro. "Puede que no ganemos la Liga, pero vamos a vender muy caro el título", bromeó otro de sus fieles.

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