El 14 de agosto de 1959 Alfredo Di Stéfano vistió la camiseta del Real Mallorca. Fue solo un día, pero causó sensación en un Lluís Sitjar lleno hasta la bandera. El astro argentino pasaba unos días de vacaciones en la isla y el club le invitó para jugar un amistoso contra el Newcastle. El partido había sido organizado con motivo de la inauguración de la iluminación artificial en el estadio de Es Fortí.

Joan Forteza y Ángel Bolao recordaron ayer para DIARIO de MALLORCA aquel encuentro en el que jugaron con un futbolista que por aquel entonces ya era una leyenda. "¡Che pibe, pasame la pelota!". Han transcurrido 55 años pero Bolao recuerda aquel grito como si fuera ayer. "Yo jugaba atrás y él era delantero, pero corría a mi posición para pedirme el balón. Como persona era un poco raro, pero dentro del campo era una figura, un futbolista sensacional. Físicamente un superdotado", evoca Bolao.

"Cuando nos dijeron que jugaría el partido nos pusimos muy contentos. Imagínate, íbamos a jugar con un mito", rememora Forteza. "Aquel verano acabábamos de subir a Segunda y para nosotros fue un verdadero honor. Después me lo encontré varias veces como rival porque aquella misma temporada ascendimos a Primera", subraya el exfutbolista bermellón.

La conexión entre el Mallorca y Di Stéfano era el también argentino Juan Carlos Lorenzo, entrenador que acababa de conducir al equipo rojillo de Tercera a Segunda División. De hecho, el entonces futbolista del Real Madrid había intermediado un año antes en la contratación de Lorenzo para el banquillo bermellón. "Eran muy amigos", destaca Forteza, pero da otra razón que explica por qué el Mallorca logró aquella proeza.

"En el club había un directivo que era dueño del hotel Majórica. Di Stéfano estaba de vacaciones en la isla y se hospedaba allí. Creo que no le cobraba la estancia, así que supongo que no pudo decir que no cuando le pidieron que jugara el partido", recuerda Forteza.

Los dos exfutbolistas aseguran que no era nada habitual que un jugador con contrato con un club jugara unos minutos con otra camiseta, aunque se tratara de un amistoso. "En teoría solo iba a jugar diez o veinte minutos, pero él quiso disputar el partido entero. Le gustaba el fútbol y no quería perder ni aquella tarde", rememora Bolao. En este punto discrepa con Forteza, quien asegura que Di Stéfano solo estuvo "media parte" sobre el césped del Lluís Sitjar. El Mallorca no perdió, pero se tuvo que conformar con un 1-1 ante los ingleses.

La relación entre el astro argentino y los futbolistas del Mallorca no pasó de los saludos y algunas palabras durante la contienda. Los dos exjugadores bermellones coinciden en destacar el carácter introvertido de Di Stéfano. "Era expresivo solo cuando jugaba. Exigía mucho a sus propios compañeros porque se exigía mucho a sí mismo. Siempre daba ejemplo de compromiso y era un portento físico", destaca Forteza, quien sin embargo recuerda con un punto de amargura un episodio con el argentino hace unos cuantos años y que pone de manifiesto la fama de hombre seco y áspero que siempre acompañó al genial futbolista desaparecido.

"Estaba de visita en Mallorca y los veteranos quisimos regalarle la foto del once titular de aquel partido, dedicada por todos nosotros. Habíamos organizado un acto muy sencillo e íntimo en el palco, pero no nos hizo ni caso. Miró la foto y no dijo nada", rememora Forteza.

En todo caso, nada empaña lo que hacía en el terreno de juego: "El mejor futbolista de la historia", coinciden Forteza y Bolao.