"Días de gloria nos esperan". Ese es el lema que venía inscrito en las camisetas de los aficionados blanquiazules, y así es, porque el Atlético Baleares logró el ascenso ante una afición entregada. Desde una hora antes del encuentro la afición ya poblaba las gradas, en especial los jóvenes, haciendo ruido y más aún cuando pusieron en marcha la megafonía del estadio.

Esta afición siente los colores de una manera especial, anima como pocas y está con sus jugadores, para lo bueno y lo malo. Esta simbiosis ha sido clave para alcanzar el objetivo.

Hay que quitarse el sombrero ante las diez mil personas que durante los 120 minutos de partido no se han rendido y han luchado junto al equipo por lograr el triunfo y el más que merecido ascenso a la Segunda División B. Un club necesita el respaldo de una afición. Es de esperar que el salto de categoría sirva para fidelizar a una masa social para muchos años.