En ocasiones hay que pisar con los pies en el suelo. Gregorio Manzano acusó a los periodistas antes del encuentro contra el Racing Club por sólo realizar una pregunta de veintitantas sobre el partido. La derrota por 3 a 1 del pasado domingo debió ser, obviamente, culpa de los medios de comunicación que desviaron lo que importaba, la Liga.

Entre el lunes y ayer sólo se habló de la renovación del técnico jienense porque al club, y no a los medios, le corría prisa hacer públicas las negociaciones para evitar sustos por el bombo nacional que se le está dando a una de las revelaciones de la temporada. La derrota por 2 a 0 y posible eliminación de la Copa del Rey debe ser, obviamente -para Manzano-, culpa de la entidad. Lo que se vislumbró anoche en el gélido Reyno de Navarra fue tétrico y no fue por culpa de los medios que hablaron de su renovación ni del club que le da al jienense todo lo que pide. Y es que se deben repartir y reconocer las culpas. Y ayer el único culpable fue un Manzano que vio claro que tan amplia no es su plantilla y no puede prescindir de según qué jugadores.

David Navarro trastocó, con su lesión, los planes del técnico. Vale, pues obligó a que Ballesteros no descansase. Dorado se lesionó ayer al minuto de juego. ¡Mala suerte tiene el chaval! Vale, todo un contratiempo que suplió por lo menos con Fernando Navarro. Dos problemas con los que no se contaba antes de la eliminatoria. De acuerdo. El tercero fue el gol a los once minutos del ex bermellón Walter Pandiani. Nueva gran pifia de la defensa. Van más que errores arbitrales, por mucho que se insista en lo contrario. Desde el recién entrado en el campo, al portero y el lateral derecho, todos fallaron en una acción que cambió cualquier pensamiento del mallorquinismo sobre esta nueva edición de la Copa del Rey. Sólo un milagro el próximo 2 de enero situará a los isleños en los octavos de final. Eso sí, los milagros han sido posibles esta temporada con las remontadas ante Getafe y Valladolid (4-2). Por lo menos, soñar en Nochevieja es gratis.

Pero las caras en la noche de ayer eran de miedo. Como si los grises, porque ayer vestían ese tono desagradable, hubiesen entrado en el 34 de la Rambla Catalunya, edificio en el que transcurre la película ´Rec´, por cierto, más recomendable que ver noventa minutos del Mallorca en la Copa. Ver a los Arango, Tuni o Basinas era todo un cromo, daba pena. Con tal situación en el campo, sin las ´narices´ de Jonás, Ibagaza o Güiza -no pueden dejar de jugar nunca, es un pecado ´perdonarles´ en un equipo que no juega diez competiciones a la vez- y casi a bajo cero pocos, incluido Manzano, debían creer en una posible reacción. ¿Cómo?

Y sin poner en aprietos al meta rival Elía y sin controlar el centro del campo, y sin conectar un centro por las bandas, llegó el segundo tanto en una falta al estilo del Caño. Centro de Hugo Viana y Miguel Flaño se lanza en las mismas manos de Lux para rematar un choque que nunca imaginaron tan sencillos los del ´Cuco´ Ziganda.

Menos mal que el árbitro era catalán, gran amigo de Schuster, porque perdonó el tercero a la media hora. Y eso que Borja y Ramis ya habían vendido a Lux con una pérdida de balón absurda. Álvarez Izquierdo anuló un gol legal de Kike Sola en fuera de juego. De concederlo, los bermellones se hubieran retirado ante tal ridículo.

Osasuna no quería que se le escapase el partido. Así que ayudado por el poco público asistente, aprovecharon una posible tarjeta de Basinas nada más reanudarse la contienda para intimidar al árbitro con una bronca que duró un cuarto de hora. Con ello se consiguió que el ritmo se detuviese para evitar alguna sorpresa e incluso se impidió que hubiese un solo lanzamiento a puerta del rival. Ni uno. Aunque el antiguo Sadar haya perdido esta temporada parte de su resultadismo, ayer se reencontró ante un Mallorca que, pese a estar mucho mejor situado en la Liga que los navarros, se sintió mucho más pequeño de lo que debe y ha demostrado ser.

La entrada al campo de Jonás a falta de media hora era el penúltimo cartucho de Manzano. Se notó al momento, pero ya era tarde. El hasta ayer inservible Trejo -que jugaría al final por el inoperante Víctor- y Pereyra, lo que quedaba en el banquillo junto al portero del filial Puga, no eran más que meros elementos decorativos. El máximo goleador (Güiza) y el máximo asistentes del equipo (Ibagaza), mientras, mirando el partido por IB3 desde sus casas.

Con modestia hacia la galería, pero mirando por encima del hombro a los rivales no se va a ningún sitio. Siempre quedará la Liga. Seguro que el regreso al Reyno el día 23 será otra cosa. ¡Ojalá!