Palma ha perdido por segunda vez ante Valencia, y en esta oportunidad donde más duele, en el campo de la vela olímpica. A partir de ahora, haya o no el premio de consolación de albergar una subsede en fútbol, es obligado recuperar el prestigio y trabajar a medio plazo ante la eventualidad de que Madrid sea descartada e intente un nuevo asalto para 2010. El golpe ha sido duro, muy duro, pero la rabia que se deposita entre los responsables directos de confeccionar el informe de la propuesta palmesana debe ser un acicate más para revertir la situación. Será difícil volver a meter el cuchillo en el melón olímpico y es evidente que no basta con alardear de los éxitos deportivos. La mayor alegría sería, si se da esa opción, devolver a Valencia el golpe asestado. Antes se precisa hacer balance y encontrar un antídoto al mayor peso político de la capital levantina. Casi nada.