El fútbol no es cómo empieza, sino cómo termina. Y ayer todo comenzó de color de rosa. Manzano, valiente, alineó un once atacante que durante 20 minutos nos hizo soñar. Mandó, templó y se adelantó en el marcador. De repente, los mallorquines desenchufaron. Una falta a la derecha del ataque cántabro cambió todo el panorama. En el área, Jonás y Héctor de cháchara, los demás de espaldas al balón. El Racing no desaprovechó el regalo. El Mallorca no volvería a conectar. El colegiado, que se equivocó por partida doble, no es excusa suficiente para explicar la pájara mental del equipo. Hubo 45 minutos en igualdad para rectificar. ¿Con qué cara nos vamos esta vez? El Sardinero, sana envidia, coreaba los goles del Zaragoza. El Mallorca, vuelta a la nada.