El Real Mallorca ha tenido celebraciones más sosas que las protagonizadas en las dos últimas jornadas del campeonato por los brasileños del Real Madrid y mucho menos relacionados con el espectro animal al que están recurriendo los madridistas.

La más llamativa ha sido la del uruguayo Walter Pandiani. El sudamericano se sirvió de su apodo para cuando marcó con el once rojillo, cedido por el Deportivo en la campaña 2002/03, sacar en Son Moix un rifle y apuntar a las gradas. Le costó ocho jornadas para destaparse en la competición, pero se resarció en Valladolid con un triplete. Sus disparos al aire fueron recogidos por la prensa deportiva nacional.

Tampoco se quedó atrás la conexión Amato-Mena en la primera temporada de Héctor Cúper en el Real Mallorca. El delantero marcó en trece oportunidades -máximo realizador esa campaña- y su compatriota le rindió pleitesía en varias ocasiones. Mena ponía una rodilla en el suelo y con la otra limpiaba la bota de su compañero tras la consecución de un gol.

El nigeriano George Finidi, con Luis Aragonés en el banquillo (00/01), todavía tuvo tiempo de rescatar su sombrero para disfrutar de alguno de los cinco tantos marcados en esa campaña.

No obstante, la mayor ostentación de alegría que se ha visto en Son Moix en la última década fue la que ejecutó el punta Albert Luque. El catalán, que marcó el definitivo 2-1 en el último partido de Liga de la edición 2001/02 ante el Valladolid que daba la permanencia a los isleños, salió como una bala nada más acabar el encuentro y quedó en calzoncillos.

Pero el último capítulo en esto de las celebraciones puede estar por llegar. El Real Madrid visitará el campo del Atlético la próxima jornada. La incógnita que se planea es si Ronaldo y compatriotas se atreverán a hacer la ´cucaracha´ o a imitar cualquier otro animalito ante una afición que odia a los madridistas. Son el eterno rival.