Puede que el Real Madrid sea el club con más señorío del mundo o eso tienen a gala sus seguidores, pero desde luego no es una virtud extrapolable a sus candidatos a presidir la entidad, que están ofreciendo un espectáculo más lamentable aún que el de algunos políticos en campaña electoral; o sea, casi siempre.

Ignoro si Pérez, Sanz o Baldasano se miran cuando se dirigen a las cámaras, se escuchan al hablar y piensan lo que dicen. En mi opinión sólo ven, oyen y largan, porque de no ser así se darían cuenta del peligro que corren. Hasta un neófito en psicología se daría cuenta de lo que mienten, de su indisimulada incomodidad, de su prepotencia y, desgraciadamente, de su mala educación, sorprendente en, al menos, alguno de los casos. En dos, para ser exactos.

Por si fuera poco y para redondear el marco, solamente faltaba el descarado apoyo mediático al servicio de alguna candidatura en particular y las presuntas irregularidades que, con independencia de interpretaciones, ha exigido la intervención judicial.

Ignoro cuál será el vencedor de esta batalla de verduleras, con todo respeto hacia este gremio que no pocas veces exhibe unos modales muy superiores a los que se dan en bastantes despachos de grandes oficinas, pero sí sé quién ha perdido ya con semejante embrollo: el Real Madrid. No me extraña que Etoo no quiera saber nada del asunto. A mí tampoco me gustaría tener que sevir a tales señores, acreedores a otra clase de honores.